lunes, 16 de febrero de 2009

Otoño del 77

Una mañana de otoño cuando transcurría el año 1977, como todos los días de mi vida adolescente, me levanté para ir al colegio secundario. En el barrio de Piñeyro, partido de Avellaneda, para los que conocen, Mario Bravo entre Cabildo y Humberto 1°, se había librado una batalla durante la noche. Lo raro para mí, que jugaba a la pelota es esas calles, fue que solo había marcas de proyectiles en un solo lugar. Hoy después de muchos años puedo afirmar que aquello se trató de un fusilamiento.
“Eran subversivos los muertos”. “Los mató la policía”. Decían las vecinas del barrio.
Eran subversivos y estaban dentro de un auto estacionado frente a una casa cuando se produjo el enfrentamiento, fue la versión oficial.
Aun tengo en mi mente la vereda llena de sangre, las vecinas baldeando y los agujeros de grueso calibre que habían atravesado casi de manera perpendicular la puerta de la casa.
“Nosotros estábamos durmiendo y gracias a Dios las balas que ingresaron a la casa atravesando la puerta de chapa solo produjeron daños materiales”
“Se ve que quisieron entrar, pero no pudieron”
Desde ese momento y por muchos años se instaló en mi imaginario individual, que la palabra subversivo era sinónimo de ilegalidad, de peligroso, de no aceptado, de innombrable, de miedo y de muerte.
Con los años lo que yo tenia como imaginario individual, como quien no quiere la cosa, se fue transformando en el imaginario colectivo de mucha gente o mejor dicho mi imaginario individual tomó la forma y contenido del colectivo.
Ese fue el gran éxito de quienes dirigían el plan de esa época en Argentina, modificar el imaginario colectivo de una sociedad pensante, para transformarla en una sociedad pensada por otros.
Por suerte ya no hace falta explicar lo que estaba pasando en los 70 y 80. Por suerte, pude aprender lo que quería decir subversión, tarde por cierto, porque las matrices de aprendizaje no se modifican con facilidad, hasta cuando uno cree haberlas resignificado, cuando uno menos se lo espera, se deslizan desde el inconsciente y nos revelan su existencia, aunque sea relajada.
Pero volviendo a la palabra en cuestión y entrando mas en su etimología, agradezco a una de mis maestras de grande, a vos Inés, que me enseñaste que subversión no era ni es una mala palabra, que es solo una palabra, la cual significa que hay una versión de la realidad, de la historia oficial, de la que se cuenta, que corre por abajo, oculta, que quiere emerger pero no la dejan porque si sale a la luz se transforma en peligrosa. Porque lo que hace es oponerse a la versión oficial, revelando las carencias, las mentiras y los propósitos oficiales que se ocultan gracias a la construcción sistemática de un imaginario colectivo social desinformado y por ello acrítico y funcional.
Tarde pero seguro dice el dicho popular, pero lo que para unos puede ser tarde, para otros puede ser en el momento justo y es por eso que me propuse escribir mi opinión ahora que no corro peligro de muerte, porque la peor batalla que pueden perder hoy los pueblos es la de la comunicación y esa batalla se libra día a día, desde cada uno de nuestros lugares de existencia, con los recursos que tengamos, que a veces pueden ser como una aguja en un pajar si los comparamos con los multimedios formadores de opinión, y en muchos casos deformadores de la realidad.
Por eso insisto con mi juego dialéctico de los famosos pares opuestos en este caso elijo, versión-subversión, donde uno siempre contiene al otro y como la dialéctica es dinámica lo que ayer era subversión hoy es versión y lo que ayer era versión hoy es subversión. Puede parecer confuso y algunos lo pueden considerar hasta ridículo porque no aceptan los cambios, cuando los cambios realmente no esperan su aceptación, los cambios serian para mi la sobreversión que envuelve a las otras, las revuelca, las desestabiliza y luego las larga para que se acomoden por un rato al nuevo discurso que toman de bandera.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

exelente!!!, recuerdo los hechos que describis , los conoci un poco más tarde. Y tristemente recuerdo también la frase con la que me finalizaban el relato
QUEDESE TRANQUILA SEÑORA LE ESTAMOS SACANDO LA MIERDA DEL PAIS.

Gracias por ayudarme con esta reflexión a curar mi memoria un poco más.

besos Kary

Anónimo dijo...

Gracias a vos por subirte a la tribuna para leer estas botellas con mensajes tiradas al mar de internet. Con que alguien la encuentre, y le genere algo, es un pequeño cambio que empuja. Un amigo dice " de a migajas se engorda un elefante"
Besos.
Alfre

Anónimo dijo...

Gracias Alfredo, tenemos la obligación moral de recordarlo. En el 78' tenia 18 años y me siento tan culpable por el mundial!!, hoy me averguenzo de haberlo festejado, viviamos en un tupper y mirabamos de reojo a las del pañuelo blanco en la cabeza. Me disculpo con mas de una por ello. Cuando encuentran una nieta mas me emociono y recuerdo.....
Besito.
Beatriz

Anónimo dijo...

Beatriz, eramos muchos en el tupper, pero si te dabas cuenta y salias del tupper, no tengas dudas que corrias peligro de muerte.
Gracias por comparir.
Saludos
Alfredo

Anónimo dijo...

Hola Alfredo, nuevamente me gustó mucho leer este relato, realmente al leerlo te hace vivir la situación y dá escalofrío!!!!! especialmente por pensar en lo ajenos que estábamos, muchos de nosotros, a todo eso. Pero hoy, podríamos pensar que existe más conciencia social y parecería imposible creer que vuelvan a suceder ese tipo de atrocidades. De todas maneras, como vos bien lo decís en otros artículos, sigue habiendo injusticia social y hay que trabajar para crear conciencia. Así que, pienso que tu botella tiene un mensaje y un objetivo muy importante.
Te dejo un saludo.

Anónimo dijo...

Me alegra mucho que te guste. Es como vos decis, ahora hay mas conciencia social y es mas dificil bloquear las comunicaciones entre las personas. Pero hay que estar atento porque los dispositivos de poder van mutando. Gracias por regalarnos tu opinión.
Saludos
Alfredo