jueves, 26 de julio de 2012

La razón de la militancia, por Francisco Cafiero


 
Sólo muere aquello que se olvida. Hoy se cumplen sesenta años sin Evita y las huellas que dejó siguen siendo inspiración para las luchas por las ideas, la causa por la justicia social, la lealtad, la fe y hasta por la literatura, el arte y la música.
Valorar lo ocurrido es un ejercicio que implica apreciar en perspectiva la actualidad y pensar en proyección el mañana. En tal sentido, escribir sobre Evita es un desafío apasionante. Su legado es historia, presente y futuro. Su irrupción en la vida política argentina marcó una bisagra cuyas transformaciones continúan profundizándose. Evita fue una mujer distinta, un talento único y genuino, cuyo paradigma tiene alcance universal. Fue vanguardista y revolucionaria, incorporó la pasión y el sacrificio como valores políticos, y además interpretó mejor que nadie aquella verdad peronista: “En esta tierra lo mejor que tenemos es el pueblo”. En apenas siete años sacó a millones de argentinos de la pobreza brindándoles dignidad e igualdad de condiciones; llevó alegría a cientos de miles de niños y ancianos, engrandeció a las mujeres y dio amparo con especial afán a todos los trabajadores en una Patria liberada.
Su legado sigue vigente y se proyecta en los albores del siglo XXI. Vuelve y es millones, porque es posible pensar que está presente mediante la Asignación Universal por Hijo, la creación de cinco millones de puestos de empleo, en los 105 nietos recuperados, en la entrega de netbooks a estudiantes y docentes de colegios secundarios que achica la brecha digital, en el 6,47 por ciento del PBI invertido en la educación, y en el progresivo incremento de los haberes jubilatorios, en la ley de medios, en las paritarias colectivas y en las leyes de igualdad de género, las que penalizan la trata de personas y la que posibilita el matrimonio igualitario.
Evita es una guía permanente para todos aquellos que sentimos y abrazamos con militancia la causa nacional y popular. E incluso para las nuevas generaciones que asumimos con vocación nuestra participación en el peronismo, y la aceptamos como forma de vida; Evita despierta ese indescifrable sentimiento de militar con alegría, tal como alguna vez dijo: “Si este pueblo me pidiese la vida se la daría cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que toda mi vida”.
Desde muy chico, no sé si por anécdotas que en mi familia se contaban, su figura me genera una emoción que me cuesta expresar en palabras. No en vano es que el peronismo no se explica, se siente. Por eso su legado se intensifica en el tiempo y seguirá siendo el faro que ilumina el camino de mi compromiso político.
* Militante y referente de Peronismo 2020.
“Una figura como
la de Evita llega
a tener una trascendencia
tan extraordinaria
que es difícil
de imaginar.”

Lo imborrable de la historia, por Felipe Pigna

 Desde su muerte se ha escrito mucho sobre Eva Perón. No pocos autores se han dedicado a subestimarla, a estudiarla como un fenómeno folklórico, como ocurre con las tradiciones y los mitos populares. Porque la historia del poder tiene una especie de fascinación por convertir a los protagonistas del lado popular de la historia en “mitos”, desvalorizándolos y arrojando desde ese rótulo sospechas sobre sus verdaderas ideas y acciones. No ocurre lo mismo, para dar un solo ejemplo, con el general de La Nación, Bartolomé Mitre, general mítico que no ganó en su vida una sola batalla. Pero, más allá y por encima de la voluntad de sus enemigos, Evita fue un sujeto político y compartió con Perón el liderazgo carismático del peronismo, demostró una gran capacidad de conducción y construcción política, llegando a manejar dos de las tres ramas del movimiento: la femenina y la sindical. A esta influencia decisiva se sumó su tarea social en la fundación, que la ubicó definitivamente en los sentimientos y en las razones de sus descamisados, llegando con su obra y también con su proselitismo hasta los últimos rincones del país.
Contra ese poder innovador y disruptivo construido por Evita con el imprescindible aval de Perón, fue que se alzaron las voces de sus enemigos más peligrosos, que le dejaban al resto de los opositores las críticas por su pasado de actriz, sus modos, su lujosa vestimenta y su “insolencia”. Advertían el peligro que para sus intereses representaba “esa mujer” que no se detenía ante nada y no confiaban en que Perón pudiera convertirse en su barrera de contención en la medida en que le fuera útil a su proyecto político y no intentara volar más alto que él.
La historia liberal clásica, devenida últimamente en la autodenominada “historia social”, ni siquiera hace el esfuerzo por comprender históricamente al peronismo, sino que lo estudia como un “fenómeno” al que intenta escamotear o disimular en sus libros como parte del proceso de los “populismos latinoamericanos”. Comprender no quiere decir justificar, sino exactamente entender la complejidad de un período que cambió la historia y atravesó la producción política contemporánea. Se parte en esos textos de una ajenidad aparentemente dada por la pertenencia al campo intelectual y a partir de allí se procede a juzgar aquel proceso como una anormalidad institucional y social. En cambio, a las etapas anteriores se las estudia indulgentemente desde la perspectiva de la historia institucional, pasando por alto el fraude, la miseria, la marginación y la represión de esos períodos modélicos que se rescatan acríticamente; así ocurre con la Argentina de 1910, puesta como ejemplo de épocas añoradas durante los debates del bicentenario por los más eminentes representantes actuales de la llamada “historia social”. Esa indulgencia con el modelo liberal agroexportador triunfante en 1910, que excluía, según las estadísticas oficiales, a más de la mitad de la población, que vivía en la miseria, se vuelve aguda crítica frente al peronismo y sus protagonistas en general y a Eva Perón en particular. Se la ve, en el mejor de los casos, como un emergente, como un producto de Perón, fanatizado e incapaz de producir política.
Se hace imprescindible tratar a Evita como a un sujeto político y han aparecido algunas obras, elogiosas o críticas de su trayectoria, en las que ya aparece algo fundamental: el protagonismo político de Evita, su capacidad de conducción y de elaboración política, la mayoría de las veces complementaria de la de Perón, pero a veces voluntariamente y otras involuntariamente, en competencia con el líder.
El odio de sus encarnizados enemigos la sobrevivió. Dinamitaron el lugar donde murió para evitar que se convirtiera en un sitio de culto, prohibieron su foto, su nombre y su voz, pasaron con sus tanques por las casitas de la Ciudad Infantil hasta convertirla en ruinas, abandonaron la construcción del hospital de niños más grande de América porque llevaría su nombre, echaron a los ancianos de los hogares modelo, quemaron hasta las frazadas de la fundación, destrozaron pulmotores porque tenían el escudo con su cara, secuestraron e hicieron desaparecer su cuerpo por 16 años. Pero como sospechaban los autores de tanta barbarie, todo fue inútil.
* Historiador, autor de Evita. Jirones de su vida.
“Por encima de la voluntad de sus enemigos, Evita fue
un sujeto político y compartió con Perón
el liderazgo carismático del peronismo.”

viernes, 20 de julio de 2012

LA TRANSICION DEMOCRATICA

  La transición desde una forma de gobierno autoritaria a otra democratica, en toda la región Latinoamericana aun es un hecho. Los golpes de estado disimulados que se han venido produciendo, son su muestra mas clara. La democracia no está consolidada.Si nos adentramos en los contextos de cada país, el grado de transición pueda cambiar, pero nos obliga a estar muy atentos.
En particular Argentina y sus casi 30 años ininterrumpidos de practicas democraticas, con instituciones formales, dio lugar a que algunos grupos de poder hayan ido retrocediendo. Aunque tuvimos muchas idas y vueltas respecto del alcance de la real democracia, la maduración de otros grupos de presión social, el contexto historico y factores sociales que nos hicieron tocar fondo, permitió la emergencia de un nuevo sujeto social que fue desde el ejercicio del gobierno, positivamente aprovechado para poner en cuestión a diferentes grupos de poder que son potencialmente Neogolpistas, porque solo aceptan procesos democraticos en la medida que sus intereses no se vean afectados.
La democracia consolidada siempre va a ser un desafio, la dinamica de las sociedades nacionales y regionales van cambiando.
El nuevo dispositivo golpista, pasa por deslegitimar los gobiernos y reemplazarlos por otros que respondan a intereses particulares y no tan generales. 
La maduración que logre la sociedad, poniendo en cuestión a los personajes que desde los distintos grupos de presión, intenten hacerse cargo de la gobernabilidad, catapultando como una mercancia a sujetos sin vocación patriotica, que estan vacios de politica real, politica de estado, politica de mayorias.
El reclamo y verificación en hechos de los derechos escenciales y no liberados a lo que dicte un abstracto mercado que es gobernado por grupos de presión.
El pleno ejercicio democratico de la demanda de necesidades de manera organizada y coherente con espiritu critico para cuestionar discursos y operaciones de prensa.
La generación de politicos producto de esa sociedad que debe emerger; posibilitará que estemos mas cerca de decir que la democracia vino para quedarse.
Lo peor que nos puede pasar es que la democracia se transforme en la herramienta de opresión de los grupos de poder que defienden causas sectoriales.

domingo, 15 de julio de 2012

Consenso y confrontación, por Hugo Presman




La idea del consenso político es una propuesta para adornar discursos vacíos y embellecer al que lo propone, para convertirlo en un adalid de una sociedad ideal en la que no existen intereses económicos contrapuestos, clases sociales, poder económico, medios que responden al establishment, monopolios, oligopolios, prejuicios raciales y religiosos, educación que acentúa las diferencias (sólo como una mera enunciación precaria de las profundas diferencias en el seno de las sociedades). La confrontación inherente al entramado social se acentúa cuando irrumpen gobiernos que con diferente profundidad tienden a cambiar el “orden establecido”. Si estamos en presencia de una revolución, habrá cambios que den vuelta como a una media lo existente hasta ese momento. Si somos contemporáneos de gobiernos populares, los mismos intentarán un desarrollo de las fuerzas productivas que fortalezca a una burguesía nacional intelectual y económicamente dependiente, distribuya parte de la riqueza nacional hacia abajo, controle y discipline al mercado y de lugar y participación a los sectores más rezagados de la sociedad. Los que pregonan el falso republicanismo, una democracia a la medida de sus intereses, se crispan, se enfurecen y esa crispación y enfurecimiento se lo atribuyen a los que intentan mejorar la distribución y afianzar  la soberanía del país. Se produce una transferencia en el lenguaje psicológico.
Los que proclaman la necesidad del diálogo se atrincheran en posiciones crecientemente violentas. Y los que intentan mejorar y hacer más equitativo el sistema económico y social, respaldado por las mayorías,  son acusados de polarizar a la sociedad. Arturo Jauretche lo expresaba, hace más de cinco décadas, con la profundidad que lo caracterizaba: “Los pueblos no odian, odian las minorías. Porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor”
CONSENSO Y CONFRONTACIÓN EN EL SIGLO XIX
El siglo XIX fue en América Latina el del fracaso en la consolidación de una gran nación latinoamericana y la derrota concluyó con el exilio o el asesinato de quienes lo propulsaron. Como bien escribió Jorge Abelardo Ramos “Somos un país porque no pudimos integrar una nación y fuimos argentinos porque fracasamos en ser americanos. Aquí se encierra nuestro drama y la clave de la revolución que vendrá……no somos subdesarrollados porque estamos divididos, sino que estamos divididos porque somos subdesarrollados.”
En lo que hoy es nuestro país, con algunas importantes pérdidas territoriales, se libró una guerra civil a lo largo de seis décadas para determinar el destino de la renta nacional que pasaba en buena medida por la aduana del puerto de Buenos Aires. Los comerciantes de Buenos Aires representados en distintas épocas por Rivadavia y Mitre, y los hacendados de la Provincia de Buenos Aires, expresados por Rosas,  tendrían puntos en común: el disfrute de la renta y su no distribución con las provincias del norte, y conflictos colaterales con las provincias de la pampa húmeda como Santa Fe, Entre Ríos  y  Corrientes, por sus producciones similares.
Mientras que Rivadavia y Mitre intentaban arrasar el interior para poder implantar el modelo en el cual Argentina era el granero e Inglaterra el proveedor industrial, Rosas con un nacionalismo defensivo las protegía con la Ley de Aduanas de 1835 pero se quedaba con la renta del puerto.
La guerra se decidió en la batalla de Pavón, donde Urquiza abandonó el campo de batalla y le dejó el territorio libre a Mitre. A partir de ahí se consumó  una cacería de los caudillos provinciales como Vicente Peñaloza “el Chacho” y Felipe Varela. Y para cumplir los designios británicos en alianza con los comerciantes del Puerto de Montevideo y la nobleza portuguesa asentada en el Brasil, se perpetró el genocidio del país más desarrollado de entonces que era el Paraguay, que había implementado férreas políticas proteccionistas a contramano de las que se imponían en lo que hoy es nuestro país. Triunfaba así lo que en la historia oficial era la civilización. En términos actuales, el relato minimizaba la brutalidad de los ganadores y potenciaba la de los vencidos. Los primeros eran la civilización y los derrotados la barbarie. El discurso había concretado una trasposición invirtiendo los destinatarios y denominando “barbarie” a lo más cercano a un futuro integrador y desarrollado; y “civilización” a un enclave británico. Con esa historia nos educamos millones de argentinos, que ignorábamos una profunda frase del escritor británico  George Orwell: “Quien controla el pasado, controla el futuro; quien controla el presente controla el pasado.”
CONSENSO Y CONFRONTACIÓN EN EL SIGLO XX
La clase media nacería como el fruto no deseado del modelo de economía primaria exportadora, pero indispensable para la prestación de servicios de la colonia, integrada fundamentalmente con la inmigración promovida y cuya expresión política fue el yrigoyenismo. Para llegar a elecciones con voto universal limitado (sólo para hombres) y secreto, el caudillo de Balvanera recurrió desde la abstención electoral a los levantamientos armados. Cuando el régimen de los que se asumirían posteriormente como “republicanos” y predicadores del consenso, no pudieron contener la ebullición social y descomprimieron la situación  mediante el dictado de la Ley Sanz Peña que permitió en elecciones por primera vez limpias, que un movimiento popular en el siglo XX accediera a la Casa Rosada.
El otro fruto no deseado del modelo triunfante en las guerras civiles del siglo XIX,  fue la nueva clase trabajadora, nacida al calor de las medidas proteccionistas adoptadas ante las crisis, tales como la financiera de 1929,  o la derivada de la guerra mundial. Estaba constituida por los descendientes de los derrotados del siglo XIX.
Cuando despliegan su accionar los gobiernos populares,  las actitudes destituyentes pueden llegar al absurdo de acusar a Yrigoyen  de dictador y senil. Así el poder económico generó el consenso para su derrocamiento desplegando una acción golpista a través de los medios de entonces, desde Crítica a La Nación. Sectores de clase media y de la pequeña burguesía universitaria dieron la imagen y el calor de “apoyo popular” a la irrupción de los cadetes del Colegio Militar que consumaron el golpe el 6 de septiembre de 1930.

Cuando gobernó el primer peronismo, la profundidad de las reformas polarizó a la sociedad. Los perjudicados económicos se acordaron entonces del republicanismo, de la división de poderes, alertaron sobre la libertad de expresión en peligro o su desaparición, mientras llamaban al consenso denostando la  confrontación. Cuando todo ello resultó insuficiente, bombardearon Plaza de Mayo y cuando asumieron el poder para restablecer la “democracia conculcada”, proscribieron a las mayorías populares, fusilaron clandestinamente e impidieron pronunciar la palabra Perón. Se olvidaron del caballito de la confrontación e impusieron el consenso de las minorías.
CONSENSO Y CONFRONTACIÓN EN EL SIGLO XXI
Todo lo comentado anteriormente se ha reproducido con el kirchnerismo, ya en el siglo XXI.
Situación que se potenció con la presidencia de Cristina Fernández, a la cual se la insulta con adjetivos que en su momento padeció Evita.
Ante las importantes medidas adoptadas, se le ha imputado la polarización de la sociedad, la ausencia del necesario consenso para decidirlas, su espíritu confrontativo.
Resulta ridículo suponer que se puede consensuar con Clarín la ley de medios audiovisuales, con los bancos la estatización de las AFJP, con Bush el rechazo del ALCA, con Repsol la estatización del 51% de las acciones de YPF, con el poder financiero la reforma de la carta orgánica del Banco Central,  a mero título enunciativo.
Los “republicanos” que escriben en el diario La Nación cuyas hojas se han impreso con sangre de argentinos en lugar de tinta, sus colaboradores estrellas con un lejano pasado progresista,  los editorialistas de la “Tribuna de Doctrina”,  la iglesia, el peronismo residual con contenido menemista, el sector del radicalismo en transición hacia el PRO,  los partidos políticos que expresan a distintas corporaciones, los editorialistas de Clarín, los columnistas de Perfil, los macristas que ni siquiera coinciden en una causa nacional como Malvinas o son aliados del vicepresidente  paraguayo (que sucede al presidente  Lugo, derrocado en un vergonzoso golpe de estado), declaman un consenso y una unidad que detestan cuando enfrente están los sectores populares y un gobierno que los representa,  más allá de sus limitaciones y contradicciones.
“Los civilizadores” siempre tuvieron poder pero carecieron de los votos necesarios en nuestro país para llegar al gobierno en elecciones sin fraudes. Por eso durante muchas décadas recurrieron al brazo armado constituido por los militares. Hoy ese recurso está invalidado porque ha sido socialmente rechazado en función de lamentables experiencias históricas. Pero se usan otros recursos y métodos para iguales fines. Los medios gráficos, televisivos, radiales y las modernas redes sociales,   los sustituyen con eficacia esmerilando a los gobiernos populares a los que acusan de confrontación, corrupción, violación de la constitución, etc,etc. Hablan que los gobiernos elegidos, generalmente por importantes guarismos, son democráticos en el origen pero que desnaturalizan tal situación en el ejercicio de su mandato. Con esos argumentos desplazaron brutalmente a Zelaya en Honduras y con una trampa institucional a Lugo en Paraguay. Por eso el uso actual de la palabra confrontación tiene una carga explosiva de bomba con retardo. Y consenso es la promesa a futuro de los que nunca la han practicado sino como un acuerdo de las minorías de excluir a las mayorías. 
CONSENSO Y CONFRONTACIÓN 
El consenso sería posible si parte de la oposición política a los gobiernos populares se ubicaran del mismo lado y desde ahí expresaran sus críticas y sus propuestas. Si no menearan la confrontación que critican como mero subterfugio para defender el statu quo. Si el odio que transmiten no los delatara. Si no pusieran al descubierto muchas veces su vocación de súbditos de los poderes extranjeros y sus representantes locales. Si cuando son gobierno aplicaran lo que sólo recuerdan cuando hay olor a pueblo en Balcarce 50. Todo intento de transformación lleva implícito la confrontación. Incluye, obviamente, situaciones tensas, batallas verbales, rispideces extremas, manifestaciones y otros métodos de lucha, tanto de los que intentan avanzar como de aquellos que defienden con todo su arsenal de recursos sus situaciones privilegiadas.
Si se omiten estas cosas elementales de las sociedades de clases, es porque se es ingenuo o se está mintiendo. Para lo cual la falsificación de la historia es una política de la historia. Y el ocultamiento de ciertas evidencias de la realidad, una argucia para manipular el presente.

*Publicado en La Tecl@ Eñe www.lateclaene.blogspot.com

jueves, 12 de julio de 2012

¿Existen los economistas asépticos?

 

Volvieron a aparecer los economistas a falta de políticos opositores. En un contexto de pujas por cómo se define la redistribución de los recursos entre todos los Argentinos, son muchos los intereses que se ven tocados y otros que saben serán tocados a futuro. Todos salen a pronosticar, a buscar políticos y empresarios para asesorar. Gente rara esos "economistas estrellas" que parecerían desde su relato ser asépticos como si no tuvieran ideologías. Hablan mal de los políticos y ocultan que lo que hacen ellos es político, tiene intencionalidad por modificar las políticas publicas, tienen intencionalidad de generar presión desde su rol que saben será ampliado por los grupos concentrados de medios que se oponen a la política que no se subordina a su poder.

Hablan de recesión y algunos más terroristas hasta de estanflación. Pero ocultan decir que el empresariado dominante, jamás pierde, todas las crisis las aprovecha para ganar, desconociendo su propia ley si es necesario, "la ley de mercado"

Cuando aumenta la demanda, aumentan los precios por la ley de mercado, pero cuando baja la demanda, en vez de bajar los precios, también los quieren aumentar e inventan el nuevo término que dan en llamar estanflación.

Para enfrentar a estos peligrosos sujetos, la única solución es tener un estado fuerte y legitimado popularmente, es por ello que no será de extrañar todo tipo de ataques a la institucionalidad.

Este poder en las sombras acecha a nuestro país y a toda América Latina,  tenemos que ser muy celosos de cuidar nuestros logros y observar cualquier deflexión política en las filas del gobierno y de los sindicalistas que dicen apoyarlo.

 

 

 


miércoles, 11 de julio de 2012

Grupo de Presión se busca (Clasificado de Clarín)


 

El gremialista Hugo Moyano es la maxima auoridad de un grupo de interes asociativo. Como secretario general de la CGT, institución que cuenta con una mesa directiva que representa a diferentes grupos de interes de trabajadores, donde se toman las decisiones y se discuen las practicas en materia de derechos y reivindicaciones de sus representados(los trabajadores), dispone además de toda una estructura con capacidad operativa para hacer visible sus demandas al conjunto de la sociedad y al gobierno.
En el caso particular de la convocatoria al paro y movilización, se transformó en un grupo de presión, argumentado demandas explicitas que podrian tener alto consenso social; pero en el contexto de enfrentamiento politico con un gobierno que de manera objetiva ha demostrado defender, entre otros, a los intereses de los representados por la actual CGT, hoy grupo de presión, la practica politica perdió legitimidad dentro del movimiento social de los trabajadores en particular y de un sector de la sociedad en general. Dicha perdida se refuerza cuando se hacen visibles sus nuevos aliados, representantes de otros grupos de interes que recurrentemente están en contra de cualquier politica publica del gobierno en ejercicio.
El movimiento social de obreros no estuvo representado en la movilización y es muy probable que la disputa de poder que se da con el gobierno y con otros actores del movimiento obrero, termine por escindir al grupo movilizado, colocandolo en una situación debilitada para las futuras confrontaciones.
El conflicto nos sirvio como sociedad para ver como diferentes grupos de interes aprovechan para transformarse en grupos de presión en alianzas que no tienen en cuenta ideologias, historias recientes de confrontación y hasta posiciones totalmente opuestas entre ellos, con la intención de discutirle la legitimidad al gobierno en ejercicio.
Entre estos actores que coyunturalmente se reunen en una practica politica, se pueden ver a algún grupo de medios de comunicación, a politicos, gremialistas de distintas agrupaciones y tambien personajes publicos que no tienen representación politica pero representa a algún grupo de interes no asociativo pero con intereses personales.

 


domingo, 1 de julio de 2012

Chazarreta cobró $ 53.240 y le descontaron $ 2450

Chazarreta cobró $ 53.240 y le descontaron $ 2450

 | Moyano recurrió al camionero Chazarreta para justificar el reclamo por Ganancias. En abril tuvo ingresos por $ 14.615 y pagó sólo $ 848.

 
 
 Detrás del atril que inicialmente tenía el escudo de la CGT pero luego fue cubierto por una bandera de Camioneros, Hugo Moyano puso como ejemplo a Chazarreta de la "injusticia" del descuento del Impuesto a las Ganancias a los trabajadores de su gremio.

 El líder camionero leyó que Chazarreta había sufrido descuentos por 1390 pesos en marzo pasado y que en junio del año pasado la retención impositiva había superado largamente los 2000 pesos.

Con esos datos buscó desautorizar el planteo de debate que efectuó el martes la presidenta Cristina Fernández cuando señaló que sólo el 19% de los trabajadores recibe descuentos por Ganancias.

 "Creo que la informan mal", dijo refiriéndose a la Presidente. . En los primeros cinco meses del año, Chazarreta tuvo una remuneración bruta de $ 61.738 y luego de los descuentos ($6048 en concepto de obra social, jubilación y demás rubros) su sueldo antes del Impuesto a las Ganancias trepó a los 55.690 pesos.

 Por pertenecer al gremio de camioneros, Chazarreta tiene ingresos que incluyen conceptos "no remunerativos", que no pagan aportes y contribuciones.Es por eso que sobre los $ 55.690 que ganó Chazarreta entre enero y mayo, sufrió un descuento de 2450 pesos, equivalentes al 4,40% de esos ingresos; y terminó percibiendo en mano 53.240 pesos.

Para más precisiones, en enero Chazarreta cobró $ 7384 en mano, y se le descontaron $ 89, mientras que en febrero recibió $ 12.326 en su cuenta bancaria con descuentos por 1165 pesos.

 El camionero que eligió Moyano para defender la movilización a Plaza de Mayo contra Ganancias, cobró en marzo $ 10.602 y no tuvo retenciones por el tributo, mientras que en abril percibió $ 12.425 y aportó $ 848 para el tributo.

 Finalmente, en mayo percibió $ 10.504 y se le descontaron 347 pesos.