martes, 14 de julio de 2009

Peronismo, antiperonismo y como si fuera poco, ahora peronismo disidente.

El peronismo no es un partido político, y tal vez allí resida el secreto de su permanente vigencia dentro del conjunto de la sociedad argentina. Sociedad que tiene si la miramos en general, dos polos que son muy concretos, el peronismo propiamente dicho y el antiperonismo.
Uno se pregunta por que se da esa lucha de contrarios en nuestra sociedad. Una razón podría ser que por haber sido el peronismo un movimiento social que tomando el nombre de su líder aglutinó a la inmensa mayoría de la clase trabajadora. Llevándola a su más alto grado de conciencia de clase, conciencia de sus derechos, conciencia de sus opresores de clase y dicha conciencia provocó que esa masa crítica asumiera el protagonismo de su propio destino, en muchos casos hasta las últimas consecuencias, entregando si era necesaria su vida.
El peronismo movimiento se instaló como una realidad desde la cual y con sus banderas, se podía pretender la hasta entonces utópica justicia social, ese sentimiento de poder para acceder a lo justo y necesario quedó grabado en las conciencias de la época y en la historia de nuestro país.
Todo este acontecer de la realidad nacional generó muchos ganadores, pero también algunos perdedores internos, pocos pero muy poderosos, y muy poderosos porque en realidad perdiendo ellos perdían a quienes representaban o con quienes en realidad querían compartir los recursos de nuestro país. Esa pequeña masa critica de perdedores cuantificándolo por habitantes, en realidad representaban a una gigantesca masa crítica económica.
Todos los que se sintieron perdedores se enrolaron de manera automática y sin mediar un partido político que los institucionalice, en el antiperonismo. Este no fue un movimiento pero generó que se movieran todas las piezas de manera muy articulada.
El prefijo anti fue el factor común que funcionó como elemento de cohesión para resistir a la demanda popular.
En la actualidad se da un fenómeno que no es nuevo pero si muy notable. Como todo movimiento histórico, el peronismo no fue la excepción y su proceso de evolución después de haber sido instituyente de una nueva realidad, después de haberse instituido, le llegó la etapa de la burocratización y se materializó con el Partido Justicialista pasando a la etapa de institucionalización.
En el partido justicialista, no necesariamente se afiliaron todos los que tenían y tienen el sentimiento del movimiento peronista, hoy en día aun es más evidente la disociación que existe entre el movimiento y el partido.
La herramienta partidaria fue y puede ser utilizada por distintos personajes que diciendo que son peronistas y se afilian, no garantizan una adhesión que implique sentir, pensar y hacer en línea con el movimiento. Inclusive atentan desde el partido contra la historia del movimiento, al punto de que la actualidad nacional, nos muestra exponentes de la seudo política que dicen ser peronistas y podrían intentar acceder a su manejo.
Tal vez, desde ese sentimiento que se transformó hace mas de medio siglo en el gran Movimiento Nacional y Popular, tendríamos que replantearnos, quienes aun pensemos que es posible la igualdad de oportunidades y desde las banderas fundacionales del movimiento que supo cambiar la realidad nacional, si no es momento de romper con la burocracia partidaria, desconociéndola por su perdida de coherencia con los objetivos del origen.
Todos los movimientos necesitan de una herramienta partidaria y la pregunta que me surge es si en nuestro aquí y ahora como Nación, el Movimiento Nacional y Popular que es el Peronismo se identifica en algo con lo que propone el partido.
Tal vez se acerque la hora de que el partido le habrá paso al movimiento.

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