La cuestión central en el conflicto con los buitres es la
respuesta al siguiente interrogante: ¿su resolución es indispensable o solo
conveniente para el curso futuro de la economía argentina? En el primer caso,
se impondrá la demanda de los buitres y la negociación es, en realidad, una
ficción. En el segundo, la negociación es real porque puede no haber acuerdo,
si el costo de la demanda de la contraparte es mayor que sus beneficios.
La evidencia es abrumadora en el sentido de que los buitres
son un problema de segunda importancia y, por lo tanto, que el arreglo es
conveniente pero no indispensable. Por las siguientes razones:
1. En los canjes de 2005 y 2010, Argentina logró la
reestructuración de deuda soberana más exitosa de la historia, sin pedirle nada
a nadie. Es decir, sin la participación del FMI ni el visto bueno de los
mercados financieros. La deuda pendiente no alcanza a 3000 millones de dólares,
menos del 8 por ciento del total de la declarada en default en la crisis del
2001. El supuesto aumento de la pendiente a 12.000 millones de dólares, por
intereses caídos, ignora que, el pago a los buitres habría desarmado la
reestructuración de la deuda e implicado un premio a la especulación y el
castigo, a la inmensa mayoría de los inversores, que facilitaron la
recuperación de la economía argentina. Estaríamos, otra vez, como en la crisis
del 2001.
2. Hace una década que los fondos buitre, tenedores del 50
por ciento de la deuda pendiente, vienen litigando contra el país. Plantearon
el embargo de bienes argentinos, en alrededor de 900 demandas en diversos
países. El hecho más sonado fue el de la fragata "Libertad". No
tuvieron éxito en ningún caso. El país mantiene relaciones económicas normales
con todo el mundo. Los buitres son especuladores despreciados en el escenario
mundial. Operamos en un orden internacional, dentro del cual la inmunidad
soberana de los Estados pone límites a la extrapolación de la jurisdicción de
tribunales nacionales sobre terceros países. La razonabilidad de la posición
argentina ha sido respaldada por la Asamblea General de las Naciones Unidas y
la opinión de los analistas más destacados en el escenario internacional.
3. Los problemas principales de la economía están en la
esfera interna: el déficit del comercio de manufacturas de origen industrial y
la consecuente restricción externa, la inflación, el desequilibrio fiscal,
entre otros. Ninguno se resuelve por el pago a los buitres.
4. El conflicto obedece a la ausencia de normas
internacionales para resolver los default de deudas soberanas. La exitosa
reestructuración de más del 92 por ciento de la deuda en default, cumple con
exceso los límites para la resolución de las quiebras en las jurisdicciones
nacionales. Las dificultades de tenedores de deuda reestructurada para recibir
los pagos realizados por el gobierno argentino es responsabilidad de quien
provoca la interrupción de la cadena de pagos.
5. La suposición que, después del arreglo con los buitres,
van a llegar las inversiones, es una ficción. Ningún inversor, argentino o
extranjero, que tenga un buen proyecto, deja de realizarlo por el conflicto con
los buitres. El buen "clima de inversiones" depende de la
gobernabilidad de la economía, la paz social, la seguridad jurídica, los
espacios de rentabilidad y el ritmo de transformación de la estructura
productiva para incorporar tecnología y agregar valor.
6. El pago a los buitres no es suficiente para que las
agencias evaluadoras de riesgo mejoren la calificación de la deuda argentina,
con la consecuente baja de la tasa de interés. Es previsible que exigirán,
además, un plan económico y financiero respaldado por el FMI.
Es por estas y otras razones, que el acuerdo con los buitres
no resuelve ningún problema fundamental ni garantiza la baja de la tasa de
interés y la entrada de inversiones extranjeras. En resumen, el acuerdo es
útil, porque remueve algunos obstáculos, pero no indispensable.
¿Cuáles deberían ser los límites de la oferta argentina? Los
mismos que la de los canjes del 2005 y 2010, como lo planteó el gobierno anterior.
Es una oferta generosa. Representa una excelente ganancia para los buitres,
considerando el precio ínfimo al cual adquirieron sus títulos y los costos y
pérdida de tiempo, que soportó el país, por pleitear con los buitres. Cuanto
mayor sea el desvío de la próxima oferta del Gobierno respecto de ese límite,
peor será la calificación que merecerán los actuales negociadores, en términos
de la defensa del desarrollo, los derechos y la soberanía de la Argentina. El
contenido del acuerdo revelará la inspiración del actual gobierno respecto de
la autonomía de la política económica y la soberanía.
El Gobierno no debe hacerse ilusiones de que un acuerdo
satisfactorio es posible por la "razonabilidad" de los buitres. El
rechazo de estos al necesario carácter público de las negociaciones, es un
primer ejemplo. Para defender con eficacia el derecho y los intereses del país,
es indispensable que el Gobierno asuma la posibilidad de que no se alcance un
acuerdo razonable y, los buitres, tomen nota que, en definitiva, no cobrarían
nunca.
La negociación con los buitres es un primer paso en la
definición de la estrategia de financiamiento internacional. Está planteada, al
mismo tiempo, la alternativa de ratificar la soberanía recuperada con la
cancelación de la deuda con el FMI o volver a solicitar su asistencia, con las
condicionalidades incluidas. Es preciso, por lo tanto, que el Gobierno
explicite la totalidad de su política de financiamiento internacional y la
procese por las vías institucionales correspondientes.
Durante la "guerra fría", el presidente Kennedy
afirmó: "Nunca hay que tener miedo de negociar y nunca hay que negociar
con miedo". No hay razón alguna para que los negociadores del nuevo
Gobierno actúen con "miedo". Es decir, que supongan que el arreglo
con los buitres es una cuestión de "vida o muerte". Existe un nivel
de deuda externa pública y privada entre los más bajos del mundo y los bancos
están rentables, con carteras sólidas, fondeados en pesos, sin burbujas
especulativas ni descalce de monedas.
Podríamos estar más fuertes, si conserváramos el
"superávit gemelo" en el presupuesto y el balance de pagos y
aumentaran la reservas internacionales. De todos modos, el país conserva la
fortaleza suficiente para negociar sin miedo ni urgencias.
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