jueves, 4 de junio de 2009

Temperley, el regreso a hora pico.

La estación de Temperley funciona como un nodo que vincula 4 ramales y es por ello que acuden a ella muchos trabajadores que desde sus hogares en el sur del conurbano bonaerense se dirigen a diario a sus lugares de trabajo. Es el tren, el transporte mas barato que tiene la gente para movilizarse y no son pocos los que articulan sus llegadas a las estaciones con la indispensable bicicleta que ahorra muchos “pesos” a la clase más humilde, a la hora de desplazarse.
Cuando digo que ahorra pesos, hago hincapié en el termino, porque lo que no les ahorra es peso, pues el desplazamiento en la misma es de tracción a sangre y en la subida al tren se deben direccionar al anden preparado para los que se trasportan en bicicleta, acarreándola haciendo aveces malabarismos.
Todos sabemos que la realidad no se ajusta al ideal y a veces situaciones fortuitas la dificultan mucho más.
No es común, pero a veces se dan situaciones tragicómicas, especialmente en las horas pico donde un trabajador que lleva su bicicleta, se introduce en un vagón que “no corresponde” e inmediatamente se disparan en el mismo un montón de pensamientos, miradas, prejuicios, sentimientos, identificaciones y desaprobaciones que para un observador atento es una prueba de laboratorio de un sector de lo real que se pone en juego y permite sacar algunas hipótesis con pretensión de ser conclusiones.

La situación:

Se abren las puertas del tren ramal Ezeiza que venia con atrasos de mas de 20 minutos desde Plaza Constitución.
Una masa de personas ingresa al vagón que está semilleno, produciendo empujones entre si y a los que están dentro del vagón.
Entre la muchedumbre, una persona ingresa con una bicicleta y empuja a otra
- Disculpame- dice el que ingreso con la bicicleta
- ¡Que haces! – se mira la ropa- ¡Porque no vas al vagón de las bicicletas! - le dice un hombre de unos 25 años vestido con sobretodo negro.
- Pasa que cancelaron varios trenes y cambiaron de andén.
- ¡Yo no tengo la culpa!
- Por eso te pido disculpas.

Un silencio recorrió a los que estaban alrededor de la acción, mas que alrededor pegados todos como sardinas porque la situación no daba para otra cosa.
Ambos personajes se llamaron a silencio, tal vez esperando la opinión de un tercero que apoyara una posición.
El silencio termino siendo el apoyo al de la bicicleta. La empatia esta vez, triunfo sobre la intolerancia.

Algunos viajeros de estas formaciones, son eventuales, algún día, su condición de estudiante o trabajador calificado le permitirá utilizar otro transporte. Para otros, sin embargo, será el transporte que utilizarán para siempre.

Un mal día lo tiene cualquiera. ¿ O no ?

No hay comentarios: