lunes, 30 de septiembre de 2013

UNA AGENDA PROPIA autor Horacio Verbisky


Una agenda propia


La presidente argentina también desarrolló en las Naciones Unidas una agenda propia, adversa a los planteos (pero sobre todo a las prácticas) estadounidenses. CFK habló tarde en la primera jornada de la Asamblea y a diferencia de otras veces en que llevaba un mensaje preparado, se dedicó a comentar planteos de quienes la precedieron, entre ellos por cierto Obama. Con críticas a la hipocresía y el doble estandar de las potencias centrales y exaltando el multilateralismo, Cristina reiteró:

- la necesidad de reformar el Consejo de Seguridad, donde los vencedores de la Segunda Guerra Mundial conservan un anacrónico poder de veto y propuso el sistema de decisiones por consenso que utilizan los organismos regionales americanos.

- la responsabilidad de las grandes potencias que abastecieron al gobierno de Siria y a los grupos rebeldes de las armas convencionales que provocaron el 99,99 por ciento de las 150 mil muertes de los últimos dos años.

- la irrelevancia de la presencia de armas químicas o de destrucción masiva como justificación para un ataque contra el país que las posea, o que se diga que las posee, ya que carece de toda racionalidad evitar muertes provocando más muertes.

- la equivalente gravedad de las terribles intervenciones bélicas de Estados Unidos, con armas nucleares contra Japón o con bombas de fósforo y napalm en Vietnam, y el regreso de sus soldados muertos en bolsas de plástico, con palabras de compasión para el sufrimiento de cada uno de esos pueblos.

- que no hay guerras justas, que sólo la paz es justa y que la paz y la seguridad no son conceptos militares, sino políticos.

- que mientras la Argentina circunscribe su desarrollo nuclear a fines pacíficos y se apega a los principios del derecho internacional, el Reino Unido militariza el Atlántico Sur con sus submarinos nucleares e incumple con el mandato de Naciones Unidas de dialogar sobre la descolonización de las islas Malvinas.

- que la Argentina no sólo condena a los dictadores de otros países sino que ha juzgado a los propios y se ha sometido al tribunal penal internacional, lo mismo que al Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos, mientras que Estados Unidos que invoca los derechos humanos como argumento para sus intervenciones en terceros países, no ha ratificado ni la Convención Americana ni el Estatuto de Roma.

- que no abundaron los discursos internacionales de condena a las dictaduras genocidas, cuando éstas imperaban en el Cono Sur americano durante la Guerra Fría.

- que Israel sólo vivirá con seguridad dentro de sus fronteras cuando también exista el Estado palestino.

- que la especulación financiera que desde 2008 hace sentir sus consecuencias sobre Estados Unidos y Europa, similares a las que la Argentina padeció hace una década, trata de impedir que pueda cumplirse lo pactado en las renegociaciones de 2005 y 2010 y presiona para un nuevo default argentino, salvo que por 400 millones de dólares invertidos en títulos argentinos después del default se les paguen ahora 1.700 millones, con una ganancia del 1.300 por ciento en cinco años. Agregó que si una sentencia judicial validara esta economía casino, no habría empresarios dispuestos a invertir en la producción, a innovar y a crear empleos.

- lo que se intenta es escarmentar a un país que rechazó las recetas del Fondo Monetario Internacional y pese a ello pudo pagarles a sus acreedores, crecer y generar empleo, y que redujo la carga del endeudamiento externo del 160 al 45 por ciento del PBI, gran parte dentro del propio sector público y menos del 9 por ciento en divisas.

- la necesidad de una regulación global de los mercados y una ley internacional de quiebras que impida en reestructuraciones futuras que una mínima fracción a acreedores pueda vetar acuerdos suscriptos por amplia mayoría, que en el caso argentino llega al 93 por ciento.

- que el dinero del narcotráfico no se lava en los países que producen la materia prima sino en los países centrales, y que para combatirlo es preciso terminar con esa asimetría y con la mano de obra barata de los países emergentes y subdesarrollados.

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