viernes, 25 de marzo de 2011

INFLACIÓN. Por Eduardo L. González Olguin


 

LA INFLACION

 

El aumento de los precios, percibido claramente por el conjunto de la población y principalmente para los trabajadores que cobramos mensualmente nuestro salario, es un tema central y decisivo. Mantener y recuperar el valor del precio de nuestro trabajo para que podamos acceder a los bienes y servicios imprescindibles para nuestra subsistencia, es una prioridad laboral,  gremial y política de las organizaciones de trabajadores.

 

Como protagonistas de historias semejantes, sabemos que cada vez que se desataron procesos hiperinflacionarios,  devino un malestar social que  legitimo las rupturas institucionales en nuestro país. Después de las experiencias inflacionarias de los años 1965, 1975, 1989 y 1990 y otros tantos momentos de nuestra historia, el tema de la inflación es una preocupación en la vida cotidiana de los argentinos.

 

La inflación es el aumento generalizado de los valores de los bienes, servicios  y los salarios que se mantiene en el tiempo. Es un fenómeno perverso que produce un cambio continuo en los precios relativos (por ej.: comparación del precio de los automóviles con los salarios) y de dispersión de precios (un mismo bien tiene distintos precios según el lugar de comercialización). Esta inestabilidad provoca serias dificultades para tomar decisiones económicas y hacer proyecciones como la compra de  un bien o planificar vacaciones o elegir un lugar para hacer las compras del mes.

 

Este movimiento incesante de precios tiene diversas causas, pero quien mejor aporta a la comprensión de este proceso para América Latina es  Julio Olivera, quien hace hincapié en la estructura de la economía Argentina, donde existen grupos económicos que concentran la producción de bienes y servicios en pocas manos.  Son lo llamados formadores de precios que le ponen un valor a sus productos sin relación lógica con el costo de producción de esos mismos productos.  En nuestro país  se observa además, que a esto, se suma un fenómeno de centralización en la que estos grupos económicos realizan actividades en varios sectores de la economía.

 

De este modo, los agentes económicos con mayor poder logran aumentar sus ganancias sin realizar inversiones o innovaciones. Su poder "de mercado",  les permite aumentar los precios de los bienes y servicios que producen más que los que le aumentan sus costos, entre ellos los salarios, apropiándose de esa "ganancia". Este mecanismo genera una puja por la distribución del PBI generalizada, ya que no sólo se produce una tensión entre el capital y el trabajo sino que hay también pujas dentro de los empresarios según su poder de trasladar los aumentos (el caso más conocidos son las terminales automotrices que le imponen precios a los autopartistas) y también entre los trabajadores (por ejemplo los empleados formarles que cuentan con trabajadores que realizan las tareas del hogar).

 

Lo ocurrido en el año 2001 en las jornadas del 19 y 20 de diciembre, la salida anticipada del gobierno de Fernando De la Rua, y el fin de la convertibilidad, produjo un parate casi total en nuestra economía.  Desde ese momento de nuestra historia se puede ver con claridad las causas de la inflación que comienzan en 2006 con el acero y en el 2007 continúa con los bienes que son producidos en forma monopólica u oligopólica. Es desde el 2009 en adelante cuando comienza la otra utilización que han hecho estos grupos de su poder económico: entorpecer, dificultar y abortar procesos económicos que afectan sus intereses o imponer un modelo a fin a ellos. Ejemplo del primer caso son las inflaciones que padeció el gobierno de Illia y María Estela Martinez y del segundo las hiperinflaciones de 1989 y 1990 que permitieron la implementación del modelo neoliberal de Menem y Cavallo.

 

En el imaginario social de los argentinos, producto de la experiencia peronista, se aspira a una sociedad mas justa e igualitaria, consecuentemente esa aspiración debe estar reflejada en el reaparto del PBI debe ser 50% para el trabajo y 50% para el capital. El terrorismo económico que significaron las mencionadas hiperinflaciones tenían como finalidad quebrar esta idea de reparto y lograr la estabilización de una distribución menos equitativa, por la resignación. Desde el 2003 se ha vuelto a esa idea de reaparto proporcional de la renta nacional, mitad para el capital y mitad para los trabajadores.

 

Cuando se pasa al ámbito de la política económica lo primero que hay que tener en cuenta es en el contexto en donde se promueven los cambios; desde donde se encontraba la Argentina y hacia donde aspira llegar.  Nuestra recuperación como país, el sentido de los cambios que se quieren llevar adelante, parten de recuperar el estado  desmantelado en la década del 90 en un país periférico y con altas tasas de desempleo y desocupación. Pasar a otro modelo de sociedad implica no solamente tomar la decisión de llevarlo adelante (querer hacerlo), sino también acompañar la tensión, que esta decisión genera,  entre los distintos componentes de la sociedad ( poder hacerlo ).  Esta tensión se la denomina correlación de fuerzas entre los grupos económicos que operan en Argentina mucho de ellos transnacionales y el conjunto de la sociedad que debe estar organizada para avanzar, y no retroceder,  en su objetivo de distribución del ingreso y la riqueza.

 

Si el estado interviniera aun mas en fijación de los precios de la economía, debemos tener en cuenta que la Argentina tiene una economía capitalista en la que la producción de bienes y servicios está casi totalmente en manos privadas;  por ello la fijación de precios máximos o sugeridos, o los subsidios compensatorios dispuestos por la Secretaria de Comercio, son sólo medidas transitorias. La forma de avanzar en cambios que disminuyan el "poder de mercado" de los grupos económicos, es por medio de políticas que permitan la existencia de un mayor número de competidores y de distribución de la riqueza, cosas que se logran con reformas en el sistema monetario, en el sistema bancario, en el sistema tributario y una política de comercio exterior coherente con esta finalidad.

 

La disputa que hoy vivimos esta protagonizada, por una parte,  por los grandes grupos que no quieren que se termine el modelo neoliberal y el actual modelo que se basa en la producción, en el mercado interno, que genera mayor distribución, mas presencia del estado en la regulación de las relaciones sociales, económicas y de poder, pero que debe avanzar  también en la distribución de la renta nacional expresada en la participación de los trabajadores en el reparto del PIB  y sobre todo en una distribución de la riqueza que es en definitiva uno de los principales factores de poder. Por esta razón, el primer paso hacia la solución no esta en la economía, esta en la política, en la construcción de un Estado fuerte, democrático, trasparente y participativo que logre instaurar una institucionalidad que disminuya la incertidumbre y que haga primar la justicia social sobre el interés individual o sectorial

 

                                                                            Eduardo L. González Olguin (1)

 

El autor es economista,  asesor de la UEPC y profesor de Historia Económica Argentina de la UNC.




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Mario Cordoba.
Secretario Bloque:
Concertación Plural Córdoba.
0351. 4203482/5482/5453












































































































































































































































































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