La libertad de la cual en estos días festejamos 200 años, no significó un hecho definitivo. Por el contrario, significó y significa el punto de partida, como todo nacimiento, de una trayectoria que hoy nos impone un presente; trayectoria que continuará para siempre.
Durante nuestra historia como nación que promulgo al mundo todo, querer ser libre, hemos tenido avances y retrocesos.
En lo primeros años de la patria la pelea por la libertad se desarrollo en los campos de batalla, donde muchos compatriotas entregaron su vida para poder iniciar la construcción de la libertad que hoy festejamos.
Las luchas fueron primero contra los ejércitos del conquistador y también contra otros pueblos invasores. Luego las luchas siguieron dándose en los campos de batalla pero ya entre hermanos que desde ambos bandos entregaron su vida para imponer un modelo de país.
En este proceso de luchas internas el enemigo exterior no estuvo ausente, simplemente decidió no pelear en los campos de batalla. Prefirió hacer base en las conciencias de las clases altas terratenientes, exportadores y militares. Muchos de estos terminaron siendo sus fieles representantes.
La libertad con la que soñaron muchos hombres de 1810, antes de terminar el siglo había sido ultrajada.
Ya en el siglo 20 con instituciones internacionales que desde sus postulados teóricos se dicen estar para que ningún país poderoso vulnere los derechos de otros o para dar ayudas económicas a quienes las necesiten. En la practica han sido y siguen siéndolo hoy, dispositivos diseñados para legalizar el saqueo, la opresión y la muerte.
En los últimos 40 años de nuestra historia, la toma del poder y la anulación de libertades que produjo el golpe cívico-militar de 1976, dejó muchas heridas por curar. Heridas que se quisieron tapar con una democracia condicionada como fue la de Raúl Alfonsín y que creyeron definitivamente sellar con la década de las relaciones carnales. Década que puso al pueblo en una condición de indefensión producto de la aniquilación de los sueños, las esperanzas y los proyectos.
El trabajo ideológico no tenia fisuras, el terror a caerse del sistema llevaba al pueblo todo a aceptar las peores condiciones laborales. La posibilidad de luchar por un derecho, asustaba por las consecuencias que eso podía acarrear. Fue la fiesta de los descendientes de los viejos representantes de los invasores extranjeros, ese era el modelo de país al que aspiraban y sus empleados hicieron muy bien el trabajo.
Tanta opresión generaría emergentes, comenzaron los piquetes, también los primeros muertos por la represión.
Quisieron relanzar su estrategia, casi con los mismos actores y fue cuando en el 2001 el país estallo. Estallo pero los muertos siguieron siendo los que siempre lucharon por la libertad de la que nos hablaban algunos de los hombres de 1810.
Un gobierno provisional y funcional que pudiera contener a las bases fue el intento siguiente pero las bases ya no eran las mismas, eran mas criticas y mas muertos trajo esa transición. Muertos por los que aun no pago ese gobierno de turno.
Los que siempre tuvieron el poder en las sombras buscaron una salida institucional. Esa salida comenzó a transitar su camino allá por el 25 de mayo de 2003 y desde entonces una historia diferente se comenzó a construir, historia que a la fecha tiene continuidad y una direccionalidad muy concreta, donde por primera vez se le ponen nombres y apellidos a los actores que juegan para que la libertad sea solo una palabra y un derecho para pocos.
Hoy, cumplimos 200 años desde que nos declaramos libres y es tal vez hoy, mal que les pese a algunos, cuando mas cerca estamos de esa hermosa palabra.
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