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Juicio a Martínez de Hoz y a la desindustrialización del país [Parte I] |
Argentina |
José Alfredo Martínez de Hoz, ex Ministro de Economía de la dictadura militar (76/81), fue encarcelado preventivamente por el juez federal Norberto Oyarbide por el secuestro del empresario Federico Gutheim y su hijo Miguel en 1976. En su cautiverio ambos fueron obligados a firmar un acuerdo con una empresa de Hong Kong. El juez Oyarbide consideró que Martínez de Hoz perseguía un beneficio personal con esa operación que no tenía que ver con sus cometidos funcionales, dado que –según dijo- "las políticas económicas de su gestión son reconocidas por la historia como orientadas a la destrucción del aparato productivo nacional." ¿A qué se refería? El caso Gutheim, Greco, Graiver y Papel Prensa ¿son distintas facetas de un mismo modus operandi?
El primer freno a la industriaEl modelo de industrialización de los años 1958/1975 había generado un crecimiento ininterrumpido del Producto Bruto Interno hasta que las políticas de Martínez de Hoz produjeron un giro copernicano en la economía: la expansión industrial fue abandonada para causar una brutal transformación social que destruyera las alianzas que llevaron el peronismo al poder.
Se inaugura la timba financiera argentinaLa Reforma Financiera de 1977 dio otra vuelta de rosca al eliminar tres elementos centrales del funcionamiento del sistema financiero: la nacionalización de los depósitos por el Banco Central, la existencia de una tasa de interés controlada y las limitaciones al sector privado para endeudarse en el exterior. Esto último merece una aclaración: hasta entonces la deuda externa pública y privada estaba vinculada a la expansión de la industria; a partir de la dictadura la deuda externa fue funcional a la obtención de una renta financiera extraordinaria a favor de los sectores encumbrados.La brecha entre la tasa de interés interna y la internacional motivó que el empresariado trocara su rol tradicional para dedicarse a liquidar activos y endeudarse en el extranjero a tasas menores. Luego colocaban ese dinero en el circuito local donde se pagaban tasas más elevadas. Así creció la deuda externa argentina a cifras siderales que proporcionaron las divisas que alimentaban un circuito de fuga de capitales. El excedente se transfería al exterior porque los protagonistas sabían bien que el sistema era insostenible. La desindustrialización y la fuga de capitalesLa deuda externa regía la economía argentina en beneficio de sectores privilegiados, pauperizando al resto de la población. Las tasas de interés eran más rentables que las actividades productivas y el endeudamiento externo público y privado proporcionaba las divisas indispensables para que se iniciara una dinámica de fuga de capitales. La expulsión de mano de obra industrial llevó el ritmo de la desindustrialización: de 2.000.000 trabajadores ocupados en la industria en 1973, quedaron 700.000 en 2001. Durante el período 1976/83 la ocupación industrial cayó un 36,4% (Basualdo-Khavisse, según datos de la encuesta industrial del INDEC).Una de las leyendas urbanas que goza de demasiada aceptación es la que dice que Martínez de Hoz siguió una política liberal en lo económico. Sin embargo, el intervencionismo estatal en la economía fue determinante para mantener elevada la tasa de interés interna ya que el Estado era el principal tomador de crédito en nuestro mercado (22 a 30% del total). La deuda pública –externa e interna- financiaba la sobrevaluación de compras de bienes y servicios que el Estado pagaba a los bloques dominantes (la patria contratista); los subsidios a la industria automotriz (Fiat) y siderúrgica (Acindar-Techint); el déficit de las empresas estatales de servicios públicos que mantenían tarifas bajas para controlar la inflación, y el déficit en la balanza de pagos causado por el brutal estancamiento de la economía productiva. El circuito deuda-fuga se mantuvo en ascenso hasta el 2001, con un breve interregno producido por las privatizaciones de los años 90. De una deuda externa pública de U$S 5.000 millones en 1975 se llegó a U$S 140.000 millones en el 2001, mientras la fuga de capitales trepó a los U$S 115.000 millones. Las verdaderas razones del encono: los dos modelos incompatiblesEl capital financiero internacional y los grupos económicos locales que consolidaron su pred ominio al amparo de la dictadura son los beneficiarios de entonces (Techint, Acindar, Bunge y Born, Madanes, Macri, Alpargatas, Garovaglio y Zorraquín, Celulosa, Astra, Pérez Companc, Bridas, Ledesma, Papel Prensa, etc). En cambio, muchas empresas extranjeras industriales dejaron el país repatriando su capital (Olivetti, Kaiser Aluminio, Liebig´s, Phelp-Dodge).
Tiempo al tiempoEn casi todos los países asolados por el terrorismo de Estado, la persecución de los responsables comienza entre dos y tres décadas después. Es el tiempo que tardan en quebrarse sus mecanismos de poder instalados en la sociedad. Por ese motivo, entre otros, los delitos de terrorismo de Estado son imprescriptibles según los tratados internacionales.Sin embargo, los beneficiarios de la patria financiera permanecen indiferentes al derecho internacional que integra nuestro sistema jurídico. Están muy enojados con la Corte y el juez Oyarbide y reclaman el respeto a la impunidad. Quieren volver a manejar los hilos del poder escudados por los medios de comunicación hegemónicos. Hay candidatos presidenciales que se postulan como ofertas de ocasión. [Continuará…] |
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