Fuente: Adaptación para El
Historiador del libro de Felipe Pigna Los Mitos de la Historia
Argentina 3, Buenos Aires, Planeta. 2006.
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La unica opcion politica que hemos tenido los Peronistas fueron Nestor y Cristina. Del otro lado quedaron los traidores que se han aliado a las patronales, a la oligarquía. Le pasó a Perón y a Eva, como no le iba a pasar a Nestor y a Cristina
viernes, 4 de septiembre de 2015
NUNCA MAS un golpe
El golpe que el 6 de septiembre de 1930 derrocaría al presidente
constitucional Hipólito Yrigoyen venía siendo anunciado mucho antes de que
Leopoldo Lugones exaltara “la hora de la espada”. En ese discurso el
prestigioso poeta llamaría al Ejército —“esa última aristocracia”— a tomar las
riendas, y la conspiración sentaría precedentes que lamentablemente iban a
hacer escuela en la Argentina. Los golpistas del futuro aprendieron en el 30
que la cosa debía empezar con el desprestigio del gobierno y el sistema a
través de una activa campaña de prensa; asimismo, lograr la adhesión y el
auxilio financiero de los grandes capitales nacionales y extranjeros a cambio
de entregarles el manejo de la economía; rebajar los sueldos y pedir
sacrificios a los asalariados que luego se traducirían en una hipotética
prosperidad; las arengas debían ser fascistas pero el Ministerio de Economía
sería entregado a un empresario o gerente liberal al que no le molestaran mucho
los discursos y las actitudes autoritarias, a un liberal al que lo tuvieran sin
cuidado el respeto a los derechos humanos y todos aquellos derechos impulsados
justamente por el liberalismo. Para que quede claro, un “liberal” argentino, en
los términos de la genial definición de Alberdi: “Los liberales argentinos son
amantes platónicos de una deidad que no han visto ni conocen. Ser libre, para
ellos, no consiste en gobernarse a sí mismos sino en gobernar a los otros. La
posesión del gobierno: he ahí toda su libertad. El monopolio del gobierno: he
ahí todo su liberalismo. El liberalismo como hábito de respetar el
disentimiento de los otros es algo que no cabe en la cabeza de un liberal
argentino. El disidente es enemigo; la disidencia de opinión es guerra,
hostilidad, que autoriza la represión y la muerte”.
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