lunes, 11 de junio de 2012

Lentamente, algo está cambiando en América Latina



 Los estados que componen el conjunto de América Latina, son legalmente constituidos, son todas formas de gobierno elegidas mediante la modalidad que propone la democracia moderna, es decir que el tipo de dominación que ejerce el estado es racional-legal. Esta existencia de una forma de gobierno, legitimada por el voto ciudadano, con sus cuadros administrativos constituidos, con una constitución sancionada que desde lo discursivo debería asegurar condiciones sociales de existencia que garanticen la cobertura de las necesidades básicas de salud, educación, trabajo, tiempo libre, seguridad, etc. En la realidad no se cumplen y eso sucede entre otras cosas porque el estado y el ejercicio de gobierno, no quieren o no puede, ejercer el poder de dominación sobre todos los factores o grupos de poder que componen dichas sociedades. Los gobiernos pueden y de hecho muchas veces intentan cumplir con los compromisos derivados del pacto que significa vivir en el estado de derecho que han elegido históricamente con los ciudadanos, estado de derecho que deviene de procesos históricos muy parecidos en toda la región, procesos históricos que por cercanía físico temporal, hace que muchas de las carencias de sus sociedades tengan las mismas características. A veces la misma burocracia estatal, si no está alineada con las ideas de cambio de los procesos sociales, pueden ser un elemento obstaculizador del progreso de los pueblos.
Los procesos de recambios de gobierno, fueron dejando aprendizajes en los ciudadanos, las mayorías empobrecidas saben que es lo que les espera cuando lo gobiernos terminan defendiendo o no enfrentando a las minorías con poder en otras esferas no políticas pero que condicionan las decisiones de estado, que podrían mejorar la calidad de vida de las mayorías empobrecidas. Invariablemente, todo gobierno que intenta mejorar la realidad de los pueblos empobrecidos, comienzan a tener ataques y acusaciones desde los espacios de poder para generar las condiciones políticas, económicas y sociales que impidan cualquier progreso en lo que sería una distribución más equitativa de las riquezas, en definitiva en la realización de la real democracia, la del discurso y no la de los hechos.
Estos amplios sectores de la ciudadanía, solo pareciera ejercerla con el acto del  voto pero después no se refleja en la distribución de la riqueza de esos estados, como si existieran distintas valoraciones nominales de los votos de unos y otros. Estos sectores saben que solamente un estado fuerte para enfrentar a los poderes extra gubernamentales y también transnacionales, puede ser la única posibilidad de alcanzar una mejor calidad de vida. Un estado que responda a los intereses de las mayorías empobrecidas. Para que esto se dé y que los gobiernos no se queden en el intento, es necesario construir una amplia base de legitimidad social, de dominación, que es de obediencia, para enfrentar desde lo discursivo, desde los medios que el estado pueda disponer, desde la movilización en las calles, a los que resisten los cambios que le dan  derechos de las mayorías.
Otro condicionante de importancia para los pueblos es la dependencia económica que se constituyo es uno de los elementos de dominación más sutiles de la historia de la humanidad. Por eso es preciso para estos estados alcanzar la segunda independencia y poder disponer de sus propios recursos, transformándose en un estado fuerte y por consiguiente, peligroso para los poderes que someten históricamente a los pueblos latinoamericanos.

No hay comentarios: