domingo, 14 de noviembre de 2010

Analisis muerte de Lupin


 

Como una extraña paradoja, la inesperada muerte de Néstor Kirchner dio nacimiento al primer mito político de la historia argentina del siglo XXI. Contradictoria y enigmática, su figura se agiganta tanto desde la perspectiva de sus admiradores, que le adjudican un rol fundacional en la Nueva Argentina post-liberal, como desde la perspectiva de sus detractores que lo responsabilizan de todos los males y penurias posibles que aquejan a los sectores perjudicados con la actual política y que intentan generalizar a toda la población. La congoja masiva de miles y miles de argentinos que concurrieron a su funeral se contrapuso a los festejos de Wall Street y otros más discretos, pero festejos al fin, en algunos corrillos políticos opositores y algunas residencias de acomodados barrios de Buenos Aires.

Si bien resulta prematuro abrir un juicio de valor sobre su verdadero peso histórico, muchos asimilan los intensos sentimientos de adhesión y rechazo que su estilo generó, a los que otrora provocara el ex Presidente Argentino y fundador del partido Justicialista, Juan Domingo Perón.

Pero… ¿Quién fue realmente Néstor Kirchner? ¿Aquel joven abogado provinciano que supo hacer una fortuna [que algunos cuestionan] con negocios inmobiliarios en su provincia natal? ¿Aquel dócil Gobernador Justicialista funcional al Gobierno del entonces Presidente pseudo-justicialista, neoliberal, librecambista y pro-Washington que fue Carlos Saúl Menem? ¿Aquel hábil político que supo aprovechar los intersticios del poder en 2001 para llegar en medio del vacío político a la presidencia en 2003, con una segunda minoría que apenas alcanzaba al 20% del electorado? ¿El Némesis del ALCA [Alianza de Libre Comercio de las Américas] y de la experiencia neoliberal en Argentina? ¿El verdugo de los, genocidas de la dictadura de 1976-1983? ¿El continentalista que junto a otros líderes latinoamericanos fortalecieron UNASUR frente al Establishment mundial?

Es característico de la política en la post-modernidad, la contradicción como dato ineludible. No por que sea exclusividad del presente o por que en el pasado no hubiera contradicciones, sino por que el monopolio u oligopolio de los constructores del discurso público [y publicado] hoy es imposible. Nada se puede encubrir u ocultar, nadie resiste un archivo histórico, lo que antes quedaba en el fuero de la conciencia hoy queda expuesto sin pudor en los medios masivos e interactivos de comunicación.

Néstor Kirchner en su adolescencia

¿Cómo analizar el fenómeno Kirchnerista? Dos caminos harto frecuentados en el análisis político tradicional son el panegírico o el insulto, la apología o la injuria. Ambos de alto valor efectista en lo inmediato y frente a lo cercano pero estériles a la hora de tratar de desentrañar, como simples ciudadanos, qué nos perjudica o daña y qué nos beneficia frente a las distintas decisiones políticas que se padecen [o disfrutan, según el caso].

La política aparece compleja en sus innumerables vericuetos y posibilidades, sin embargo en una reduccionista descripción fáctica: se trata de resolver dos niveles de problemas básicos. El primero consiste en determinar quién decide en una comunidad y el segundo qué se decide en cuestiones relacionadas con la producción de riqueza y las distribuciones de beneficios y cargas que este proceso involucra.

En este contexto, dos modelos o esquemas teóricos inspiran la actividad política [aunque ninguno frente a los hechos se presenta en puridad]. El primero es el denominado "modelo de concentración" tanto de poder político como de riqueza y el segundo es el "modelo de consenso y distribución", consenso democrático como base del poder político y distribución en relación a la riqueza. En ocaciones, en una misma realidad coexisten ambos modelos: la concentración del poder político utiliza como fundamento de su legitimidad, la distribución de la riqueza y a la inversa algunas democracias favorecen la concentración de la riqueza.

En estos esquemas: ¿Dónde ubicamos al Néstor Kirchner Presidente? Para contestar esta pregunta es necesario recordar que su carrera presidencial nace de la crisis casi terminal que asoló Argentina en 2001 y que culminó en el mayor saqueo de la historia y la caída del entonces Presidente Fernando De la Rúa. Los principales protagonistas de este episodio fueron el trust de bancos internacionales y políticos neoliberales que monopolizaron el poder en la década de los '90 [Carlos Saúl Menem, Domingo Cavallo, Fernando De la Rúa, entre los visibles].

La aplicación de las recetas neoliberales en un esquema de consenso democrático [hay que recordar que sólo se habían podido implementar durante la dictaduras militares], recién pudo ser posible gracias dos factores: el primero, la previa masacre de 30.000 personas [en su mayoría jóvenes estudiantes, intelectuales y escritores], perpetrada por la última dictadura militar [1976-1983] y el segundo, la "des-ideologización" o si se quiere "idiotización" sistemática de las nuevas generaciones.

Comparando a los jóvenes de distintas generaciones podemos ver la involución de sus intereses intelectuales: desde la lectura crítica o apasionada de Kant, Marx o Adam Smith en los '70 al fútbol mundial o la telenovela real que provoca el showman Marcelo Tinelli en la televisión actual.

UNASUR

Como resultado de ello, la concentración económica y el alineamiento a las políticas de Washington implementadas en la década del '90, importaron la coincidencia de un esquema de concentración económica con una base de consenso democrático en sus inicios. Kirchner no fue ajeno, como gobernador, de estas realidades y si se quiere fue copartícipe, aunque en menor medida y tal vez sin alternativa, de este esquema de concentración.

Sin embargo, ocurrida la implosión del sistema en 2001 y devenido el proceso que culminará en la elección de 2003 que consagrara con un mínimo consenso al fallecido ex Presidente Kirchner, éste implementará desde su gobierno varias líneas políticas contra-fácticas al sistema imperante.

 La primera de ellas ha transformado a la Argentina en el primer país de la historia, que aplica el derecho internacional y juzga y condena por sí mismo a militares responsables de crímenes de lesa humanidad. Los emblemáticos juicios de Nuremberg que hicieron lo propio con los nazis en Alemania, fueron llevados a cabo por las potencias vencedoras en un país destruido y ocupado.

Esta sola decisión, implementada con la anulación de leyes liberatorias de responsabilidad, dictadas durante el gobierno de Raúl Alfonsín y del indulto dictado durante el gobierno de Carlos Menem, tiene una implicancia histórica que trasciende las intenciones de quienes la implementaron, los intereses sectoriales de la Nación y la lectura miope que de ella hicieron algunos medios de prensa contemporáneos.

Dos importantes repercusiones [válidas para cualquier país] ha tenido el fin de la impunidad genocida en Argentina: La primera: el mensaje renovado de que nadie que incurra en crímenes de lesa humanidad puede estar tranquilo, que la Justicia puede llegarles hasta el fin de sus días y que en muchos casos llega. La segunda es que se ha reinstalado, en discusiones académicas y en ámbitos de debate jurídico, una cuestión hasta hoy poco frecuentada en esta problemática: cual es la responsabilidad solidaria de agentes corporativos [ejecutivos de entidades financieras y funcionarios de países centrales], que facilitaron los medios económicos a las dictaduras militares, sin los cuales éstas no podrían haber ejecutado sus actos criminales.

Esta decisión fue compartida por el Propio ex Presidente, Raúl Alfonsín quien dijo que él no la pudo implementar en razón de la desventajosa relación de fuerzas que tuvo con el sector militar, todavía intacto durante su gobierno.

En el orden internacional, Néstor Kirchner tuvo una clara posición sud-continental, favoreciendo la integración latinoamericana impulsada junto a otros presidentes sudamericanos como Luiz Ignacio Lula Da Silva y el Venezolano Hugo Chávez, entre otros, lo que se materializaría con el fortalecimiento de UNASUR.

En este contexto, impulsó en la Cumbre de las Américas celebrada en 2005 en Mar del Plata, el fracaso del ALCA [Asociación de Libre Comercio de las Américas], institución con la que George Bush quería imponer una asimétrica zona de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Este episodio se conoce como la "Batalla de Mar del Plata" expresión con la que el Presidente venezolano describió el evento.

Evolución del PBI entre 1990 y 2006. Se aprecia el período de crecimiento, luego del cambio de modelo económico.

En el orden interno, apartándose de las recetas monetaristas recomendadas por el Fondo Monetario Internacional la economía argentina durante su gobierno, tuvo superávit fiscal, balanza comercial positiva, una regresión importante de los índices de desocupación y un crecimiento anual sostenido del 7%. Se impulsó el "des-endeudamiento" a través de moratorias unilaterales de los papeles argentinos que tuvieron una importante aceptación por parte de los deudores [salvo de los denominados fondos buitres].

¿Por qué, ante estos resultados generó una resistencia interna tan intensa en algunos sectores [minoritarios] y externa [extra continental] de igual intensidad?

Basta recordar para ejemplo, la expresión de una conocida política opositora, que en una desafortunada declaración televisiva de meses atrás [de la cual debe estar arrepentida y rogando que nadie la recuerde] declaró que lo mejor que le podía pasar a la actual Presidenta era enviudar.

La estructura institucional argentina, genera presidentes, que fracasan si no concentran y acrecientan poder. Los que así lo comprendieron se transformaron [con distintos resultados] en gobernantes "fuertes" [Perón, Alfonsín, Menem], que incluso asumieron sesgos "fundacionales".

Recordemos a Perón con "La Nueva Argentina"; a Alfonsín con su "Tercer Movimiento Histórico", a Menem con su "ingreso al Primer Mundo, a través de las relaciones carnales con Estados Unidos". Néstor Kirchner no escapó a esta lógica, que por otro lado genera en todos los casos, "oposiciones intensas y radicalizadas".

Demás está decir que todo modelo de concentración de poder [cualquiera fuere su signo partidario] genera dificultades en el control ciudadano de gestión y críticas de la oposición, a la par que ello puede ir de la mano de hechos concretos de corrupción, que en su oportunidad integrarán los argumentos de las campañas políticas [aunque no siempre de sentencias judiciales condenatorias de los responsables]. Esto es una cuenta pendiente de la política argentina [y en general del mundo] en todo su arco ideológico.

No se puede afirmar que los hechos concretos de corrupción hayan sido causa del fin de ningún gobierno. Citando a la misma política opositora antes referida, [esta vez en declaraciones menos desafortunadas], podemos afirmar que: "cuando la economía funciona, nadie se preocupa por la corrupción" a lo que nosotros podemos agregar que, "…cuando la economía no funciona sólo se transforma en el discurso de la propaganda opositora hasta que llega al poder…".

El modelo de Perón terminó en forma abrupta con un golpe militar en 1955 [luego de diez años]. El modelo de Alfonsín se agotó a los 4 años de mandato y renunció antes de cumplirlo, a los 5 años y meses. El de Menem se agotó en dos períodos [que ya con la reforma constitucional sumó al primer período de 6 años otro de cuatro].

Sin embargo el modelo de Kirchner en su segundo mandato comandado por Cristina Fernández, iba a competir en octubre de 2011, por su tercer mandato y con un horizonte posible de ocho años por delante. Tal vez esta posibilidad, haya sido una de las causas que generó tanta resistencia a su gobierno y con la muerte de Kirchner, explique la alegría, no siempre contenida ni disimulada en algunos sectores.

Si se tiene en cuenta el esquema antes propuesto, el Gobierno de Néstor Kirchner [y luego el de su esposa, Cristina Kirchner] podría ser inscripto en un modelo de concentración de la decisión política [aunque siempre dentro de la legitimidad democrática] y de mayor distribución de la renta nacional que sus antecesores.

En la lógica del poder, siempre hay alguien que gana y alguien que pierde en toda redefinición de los cánones de distribución de la renta nacional. Es posible que, quienes festejaron la muerte del ex Presidente Kirchner, antes hayan sido harto beneficiados en la década del '90 y en los anteriores períodos post-democráticos de regímenes militares. Podríamos encontrar en este hecho otras razones que explique su alegría.

Es posible también que respiren aliviados ante el nuevo horizonte de cierta incertidumbre que se presenta al Kirchnerismo. Muchos recordaron la frase con la que algunos militares recibieron la muerte de Juan Domingo Perón cuando dijeron aliviados: "…muerto el perro, se acabó la rabia…". En aquel momento la juventud peronista [a la que pertenecía un joven llamado Néstor Kirchner] llenó las ciudades argentinas con la leyenda "…somos la rabia…".

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