Dos ex presidentes de Uruguay fijaron los términos de la
discusión sobre el juicio político que destituyó a Dilma Rousseff en Brasil.
Para Julio Sanguinetti “es una grosería intelectual y una inmoralidad hablar de
un golpe de Estado”, porque se cumplieron todos los requisitos
constitucionales. En cambio José Mujica, sostiene que el trámite en el Senado
“fue una gigantesca pantomima” para ocultar que “no sólo se trató de un golpe
de Estado sino que se decidió en otra parte”. Este debate hace ahora una breve escala
en el Tribunal Supremo de Justicia, pero visto el rol que el tribunal cumplió
en la destitución, este recurso será rechazado, lo cual agotará los recursos
internos y despejará el camino hacia el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos. Luego de la suspensión de la presidente, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos recibió una denuncia de cinco diputados y senadores del PT con
el patrocinio de dos abogados brasileños y del argentino Damian Loreti,
secretario de la Comisión Directiva del CELS. Ahora insistirán señalando que no
hay ninguna causa penal, ni imputación ni condena contra la mandataria
destituida; que sus juzgadores adelantaron la posición que sostendrían por lo
que la condena fue una profecía autocumplida y que se violaron los derechos
políticos de Dilma y de sus votantes. El viernes, la CIDH expresó su
preocupación ante la destitución de Dilma en un juicio político sobre el cual
“se han planteado cuestionamientos por irregularidades, arbitrariedad y
ausencia de garantías al debido proceso”, señaló que seguía con atención la
observancia de los derechos humanos “que las autoridades competentes del Poder
Judicial de Brasil proporcionen a este caso” y anunció que continúan su curso
regular la cautelar y la petición presentadas. Durante el impeachment quedó
establecido que Dilma no había cometido ningún delito de corrupción, como sí lo
hicieron sus principales acusadores. De los 81 senadores, 61 votaron por la
destitución, 47 están bajo proceso judicial y 15 fueron condenados.
Fragmento nota de Horacio Vertbisky
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