Barbarie o nuestra civilización, es el nuevo desafío

El fin de la globalización

En Sudamérica entre otros, habita un pueblo de 40 millones de seres que se declararon libres hace 200 años, pero que durante el tiempo transcurrido desde dicha declaración, aun no han alcanzado el grado de barbarie que el mundo moderno impone como estándar, con el agravante que el desarrollo de su propio proceso de maduración los está volviendo críticos del dicho estándar esperable a nivel mundial y muchos habitantes aunque no todos, cuestionan ese modelo internacional.
Entre pobres, indigentes, trabajadores en blanco y en negro suman un masa crítica del 70% y se evidencia que la adaptación a la cultura del autodenominado primer mundo, para este segmento ha fracasado. Están organizados socialmente y están dispuestos a no perder el poder adquisitivo e inclusive a mejorarlo para los casos de extrema pobreza. Está actitud de este grupo conspira contra las regalías de las empresas transnacionales que operan desde hace más de un siglo en la región que no son otra cosa que una variante del colonialismo histórico que llegó con el descubrimiento por parte de estos, a nuestras tierras hace mas de 500 años.
Estas posturas los convierten en sujetos peligrosos como los viejos indios ranqueles que fueron exterminados en la época de la expansión de las fronteras agropecuarias del siglo 19.
Muchos de estos subgrupos de sujetos tienen una modalidad de protesta por la cual se denominan piqueteros, modalidad de reclamo que fácilmente hace visible cualquier conflicto social no resuelto y por lo tanto conspira contra la libertad de acción que históricamente el capital extranjero dispuso para coaccionar a esta sociedad aprovechando su permanencia histórica en los nichos del poder de la estructura social de la que hablamos.
Otro sector importante y que no es productivo según quien lo analice, es el de los jubilados que por primera vez en la historia de 200 años que tiene este país, hoy perciben recursos para sus haberes que antes eran girados por diferentes dispositivos financieros, a las casas matrices de las potencias mundiales.
Para complicar el cuadro de situación, este país ingrato, está gobernado por un débil gobierno que lejos de reprimir como los barbaros, va reconociendo derechos y promueve el debate de la creación de su propia identidad como país parte de una región.
El avance de este proceso que se perfila como regional y que estaría llevando a estos pueblos a darle una vuelta completa a su revisión histórica en búsqueda y al encuentro de los orígenes de su civilización, podría actuar como un importante factor aglutinador que consolidado, alcanzaría el salto cualitativo que la barbarie que gobierna los destinos del mundo le viene negando sistemáticamente desde el primer día en que un señor con mucho marketing histórico piso tierra americana allá por 1492.