viernes, 26 de abril de 2013

El monarca de la ciudad de Buenos Aires


Como un monarca de la edad media, pero encubierto en democracia, se puede decir que es la forma de gobierno del ingeniero mauricio.
Cuando el pueblo cuestiona, no ahorra en balas (por ahora de goma) y garrote para imponer el capricho del monarca mauricio.
¿Que diran sus acompañantes en el trono? que si bien no son pueblo, son los que tienen que dar la cara ante la opinión publica despues de cada macana. Si lo sabrá la vidal, que entre nosotros, tanto le gusta la plata que se banca ser segunda de un chico rico que no sabe articular un discurso ni soporta 10 preguntas de una conferencia de prensa real.

Contra esa gente y los que se sienten representados por ellos es contra los que hay que luchar.
 La realidad se los lleva puestos mientras especulan con el dolar azul.

Yo me pregunto, ¿que fue de los Radicales como Alfonsin(Raul)? ¿no hay ningun pichón? ¿Todavia piensan en alianzas con los chicos ricos que nunca pisaron la tierra?





martes, 23 de abril de 2013

¿Por que Scioli no rompe con el Kirchnerismo?




Esa es la pregunta que se hacen muchos , pero ya no se la hacen los opositores.
Desde hace tiempo, con estilo propio y cobertura mediática hegemónica, el actual gobernador de la provincia que alguna vez gobernó Juan Manuel de Rosas, viene danzando sobre las agitadas olas de la gestión pública de su provincia sin costos políticos que dañen su imagen en los medios formadores de opinión publica/subjetividad social.
Cualquier ocasión es buena para diferenciarse del gobierno nacional, inmediatamente, ensaya su repetido discurso de lealtad. Fotos, partidos de futbol, declaraciones suaves y complacientes, siempre son señales (como se leen las de Bergoglio) pero son negadas o invisibilisadas por la maquinaria periodística que lo soporta.
La realidad nos muestra a un gobernador que no enfrenta a los enemigos de la gestión presidencial, eso lo define como leal también a los enemigos del gobierno del que dice formar parte.
Los meses van pasando y la construcción sigue creciendo hasta que el bueno de Daniel esté en condiciones de romper con el Kirchnerismo para que inmediatamente, sus amigos lo intenten posicionar como el capriles Argentino.








viernes, 19 de abril de 2013

La construcción del capriles argentino, está en marcha.

Las marchas multitudinarias que desde los medios de comunicación  hegemonicos y con el apoyo de las organizaciones de derecha reaccionaria se vi enen organizando con diversas consignas explicitas y otras no tanto, desde el año pasado, tienen una finalidad que por el momento pareceria solo electoral.
La polarización que le quieren imponer a la sociedad, llevará a mas de un distraido a votar cualquier cosa que sea oposición al actual modelo Nacional y Popular. En eso colaboran mucho los seudo progresistas que estan en la oposición.
No es la primera vez en nuestra historia que se producen estas polarizaciones. Siempre que el campo popular reivindica derechos, los poderosos activan sus dispositivos de control social. Cuando la Patria comenzò a dar sus primeros pasos, los intereses economicos de los Unitarios de entonces terminaron imponiendo sus intereses al resto de la confederación, derrotando a los Federales que querian igualdad de derechos para concretar un País mas justo.
Los Unitarios de hoy son los que apuestan a la construcción de un sujeto que aglutine todo su odio y los represente en el poder ejecutivo. a partir de alli, tomar el control del aparato del Estado que hoy les pelea mano a mano todas y cada una de las esferas en las que quieren imponer y en muchos casos imponen, su poder.

La construcción del capriles Argentino està en marcha, es nuestro deber, desactivarlo.

"Nosotros somos esto" por Mendieta

  

¿Es verdad? No sabemos. Pero perfectamente podría serlo. ¿Podemos esperar a que se investigue para decir algo? ¿Mientras tanto qué hacemos? No. No podemos. Porque si esperamos perdemos ¿Qué perdemos? Perdemos autoridad. Autoridad para opinar, autoridad para convencer, autoridad frente a nosotros mismos. 

Entonces juguemos a que todo es verdad. Banquemos la parada.

Y digamos:

 

No es lo mismo. No es lo mismo un hecho de corrupción realizado bajo el amparo de un gobierno liberal o conservador que de uno popular. Por supuesto que no nos referimos a una valoración moral de los supuestos delincuentes, si no al impacto que el mismo tiene sobre la sociedad.

Y no es lo mismo porque no se espera -no esperamos- lo mismo de un gobierno cuyo norte y máximo valor es la generación de ganancias, el lucro, la glorificación del éxito personal a costa de otros; que de otro que asienta su sentido de existencia en el crecimiento para la inclusión, la defensa de los más humildes, la búsqueda de una sociedad más justa. 

 

Como en términos individuales, uno no es lo que es sino esa rara mezcla entre lo que uno desea ser y lo que los demás piensan que sos. La conformación de una identidad -personal, colectiva, política- nunca es enteramente autónoma: no somos libres para ser. Somos con otros. 

 

Y en este sentido, poco importa si los hechos denunciados por Lanata son verdaderos o falsos. Eso importa, claro que importa, para el Poder Judicial y para una cosa que gustamos en llamar, a falta de un nombre mejor, justicia. Porque así como para evaluar las acciones políticas de un gobierno no debemos mensurar la categoría moral de sus ejecutores (si la medida "es buena", con el relativismo ideológico que tal condición tiene, "es buena" más allá de que quien la tome sea "malo"), sí resulta absolutamente cierto que un hecho delictual hecho a la sombra de los gobernantes tiene un impacto político y moral. Y lo que a mí me preocupa es el impacto político y moral que tiene sobre los seguidores de este gobierno. 

 

Porque acá hay que sacarse algunas caretas. Y que se indignen por un choreo los tipos que moralmente consideran que vale todo con tal de "triunfar en la vida", francamente me importa poco y nada. Acá no hay ni un atisbo de consenso con tipos que se indignan con esto al amparo de la envidia, que bien les gustaría a ellos "fugar" un par de palos de euros.

 

 Pero que se queden absortos y descreídos y desamparados y titubeantes las millones de personas y los miles de militantes políticos que sí acompañan a este gobierno, sí me importa. Y mucho. Porque soy uno de ellos. 

 

Vamos, digamosló con todas las letras: ¿qué carajo tiene que ver con nosotros un tipo como Fariña? ¿Cuál es la unión que nos une a personajes de la ostentación, del lujo vulgar, de esa estética tan noventista? Nada. Absolutamente nada. No los merecemos. Nosotros no somos eso ni lo queremos ser. Nosotros somos lo que somos con los pobres, con los desempleados, con los que sufren, con los que se rompen el culo entrando a una fábrica a las 5 de la mañana, con las madres que dejan a sus hijos solos para ir a laburar. Eso somos. 

 

Somos los que queremos dar la batalla para desmantelar el macabro mecanismo de que la plata ganada con sudor argentino se la lleven -muchos, muchos- a los paraísos fiscales. Porque el desafío para seguir creciendo es conseguir que la inviertan en producir. Y en la pelea especulación versus producción el rol del Estado es central. Y para eso el Estado debe tener poder. Poder que se diluye si queda en medio de actos así. 

Las paradojas. Las paradojas donde los denunciantes y los denunciados tienen mucho más en común que lo que los diferencia. Bolivia y Versacce. Ferraris y Audis. Puertomaderismo y Estragamous. 

 

En cambio, de este lado, acá donde bancamos a este gobierno precisamente por las cosas que esa clase de gente detesta, tenemos el derecho y la obligación de no hacernos los boludos. Y de exigir respuestas. Y pedimos respuestas políticas además de las judiciales. Y las pedimos porque no vamos a permitir que negreen nuestros sueños. Nuestros ideales. Y vamos a defender lo hecho y, sobre todo, lo que falta -lo muchísimo que falta- por hacer. 

 

Y no vamos a dejar que unos tilingos nos lleven puestos. Porque somos esto y estamos acá para siempre.