sábado, 24 de diciembre de 2011

Las Malvinas son Argentinas


Londres duerme

Por Martín Granovsky

Uno de los más prestigiosos columnistas del Reino Unido, Richard Gott, escribe en el diario The Guardian que su país está "dormido" en cuestiones que tienen que ver "con la Argentina y las Falklands", es decir las islas Malvinas. Su conclusión es que "Sudamérica está cada vez más fuerte y crecientemente unida", y que por eso Gran Bretaña "debe despertar ante esta nueva realidad".

Gott toma como dato clave la última decisión del Mercosur de que ninguno de los cuatro miembros –naturalmente la Argentina, pero tampoco Uruguay, Brasil y Paraguay– permitirá que recale en sus puertos un buque con bandera de las islas. La resolución no es abstracta. Durante muchos años después de la guerra de 1982, cuando los militares argentinos hicieron retroceder la posición negociadora argentina con el desembarco y la derrota, Montevideo permitió el uso de su puerto y de su aeropuerto.
Refleja Gott que "tradicionalmente el Foreign Office dice a los periodistas sotto voce que los gobiernos de América latina (y, muy importante, estas alianzas ahora incluyen Estados del Caribe con lazos históricos con Gran Bretaña) hablan con lenguaje fuerte, pero de verdad no apoyan el reclamo argentino sobre las Falklands".
Para el columnista, la verdad más fresca es que "la música de fondo cambió". Y lo explica así: "Las naciones de América latina no miran más hacia Europa y hacia los Estados Unidos en busca de apoyo y consejo". Esas naciones hacen otra cosa: "Crecieron al punto de que quieren hacer lo suyo. Esta semana, el reclamo argentino sobre las Malvinas resultó poderosamente reforzado".
El texto de Gott evidencia un nuevo nivel de reflexión. El pedido argentino de negociar la soberanía de las Malvinas con el Reino Unido aparece, en el análisis del columnista, como parte de la nueva realidad del continente. La Argentina consiguió uno de los respaldos más fuertes sobre las islas en la primera reunión de la nueva Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe. El apoyo caribeño revista la novedad que Gott le atribuye. En buena medida, quizá, por la progresiva lejanía respecto de una Europa en crisis que no puede dar ni reclamar. Y en buena medida, también, por la decadencia mexicana y la creciente influencia venezolana sobre el Caribe, petróleo y diplomacia mediante.
De paso, un apunte histórico. Venezuela sintoniza con la Argentina y al mismo tiempo mantiene intacto su vínculo histórico con el Reino Unido. Todos los años, cuando se celebra el aniversario de las batallas de Carabobo y Boyacá, el gobierno de Caracas rinde homenaje a las Legiones Británicas, el grupo de entre cinco y seis mil voluntarios que pelearon en la independencia americana bajo el mando de Simón Bolívar. Puede atestiguarlo John Hugues, un galés ya retirado del Foreign O-ffice que hoy vive en Londres y fue embajador en Venezuela y en la Argentina.
En un artículo escrito en 2010 y reflejado en este diario, Hugues repitió la política oficial de que "existe un compromiso bipartidario" (en ese momento laborista y conservador) con las islas, se lamentó de que no pudiera construirse con la Argentina una estrategia común frente a la explotación de petróleo, anticipó que habría mayores dificultades en este último terreno y dejó dos pronósticos importantes: uno, que el gobierno que asumiría en la Argentina en 2011 no cambiaría la consigna de "las Malvinas son argentinas", frase que Hugues puso así en el artículo original; otro, que "no habrá una guerra".
Gott, que no es diplomático, fue más allá y acaba de escribir que "dado que la Argentina y Gran Bretaña tienen, ambos, un reclamo por las islas, el sentido común debería sugerir que los dos países deberían reunirse para negociar una solución, y eso es exactamente lo que la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner sugirió con frecuencia". Dice Gott, en ese punto del mismo modo que antes Hugues, que la Presidenta no preparó a las Fuerzas Armadas argentinas para un ataque. Recuerda que los militares quedaron tan desacreditados por la represión como por "el asalto sin resultado a las islas en 1982", y por eso están confinados a los cuarteles y no tienen ni las armas ni los fondos ni la determinación de atacar las islas. La Presidenta, para Gott, simplemente reitera una política que forma parte del núcleo de la Argentina.
martin.granovsky@gmail.com

© 2000-2011 www.pagina12.com.ar  |  República Argentina  |  Todos los Derechos Reservados

jueves, 15 de diciembre de 2011

El nuevo operador de Clarin

Desde hace rato, tal vez desde la muerte de Mariano Ferreyra, que la relacion Gobierno /Moyano, se viene deteriorando. La muerte de Nestor tal vez haya sido el gran punto de inflexión,  tambien ese paro fallido que lanzó moyano cuando algun dirigente gremial corrupto se quedo sin cobertura y tuvo que ir preso.
Hoy Moyano se perfila como el mejor opositor del gobierno. Eso lo define como un peronista de los que Peron despreciaria, de los que le  hacen el juego a los contreras.
¿Será moyano el nuevo cobos de este proceso que recien se inicia?

Como la LEY DE MEDIOS, como PAPEL PRENSA, como las AFJP, como AEROLINEAS ARGENTINAS, como tantas causas NACIONALES  y POPULARES, tal vez esté llegando el tiempo de DEMOCRATIZAR el SINDICALISMO.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Derecho de huelga


Por José Pablo Feinmann

En un pasaje de su discurso, la Presidenta se detiene y pregunta: "¿Es cierto que en la Constitución de Sampay no figura el derecho de huelga?". Se escucha la voz de alguien cercano: "Es cierto, no figura". "¿Por qué?" "Porque estaba Perón". La Presidenta vuelve al micrófono y –retomando su discurso– dice: "En la Argentina de hoy el derecho de huelga es prioridad esencial de los obreros".

La Constitución de 1949, fruto del talento constitucionalista de Arturo Sampay, no contemplaba el derecho de huelga. Perón (y en no menor medida Evita) creía que era tanto lo que habían entregado a los obreros (desde el Estado Benefactor que habían implantado) que una huelga contra ellos era una especie de herejía, una traición, una puñalada por la espalda.
EVITA: Esta huelga, compañeros. Esta huelga que le están haciendo al Gobierno peronista es una huelga contra el movimiento obrero (...) ¿Se olvidaron ya de todo lo que les dio Perón? ¿Y a Perón le hacen una huelga? ¿Qué tendrían si en el '45 hubiera ganado la Unión Democrática? ¡Tendrían menos salarios y ninguna conquista social! Comerían mierda. Mierda de la oligarquía.
OBRERO: Eso es cierto, compañera. Pero en el '45 ganamos nosotros. ¡Más derecho a reclamar tenemos! De la oligarquía no esperamos nada. De Ud. y de Perón, todo.
EVITA: Enterate entonces: también Perón y yo esperamos cosas de los peronistas. Ante todo, que no nos hagan huelgas. ¡No queremos huelgas en la Argentina de Perón! ¿Está claro?
(Tomado del guión cinematográfico de la película Eva Perón, con Esther Goris, dirigida por Juan Carlos Desanzo y con guión original de José Pablo Feinmann.)
El hecho notable de Cristina Kirchner es que, por primera vez, critica una medida de Perón, y del primer peronismo. Nada de huelgas en la patria de los privilegiados, de los niños y de los obreros. Pero la Constitución de Arturo Sampay –que sirvió como modelo a la Constitución de la Unidad Popular de Salvador Allende– tenía otras medidas. El artículo 38 fijaba la función social de la propiedad privada. Decía: "La propiedad privada tiene una función social y, en consecuencia, estará sometida a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común". El artículo 39 postulaba la "humanización del capital". Dice así: "El capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principio el bienestar social (...) El capital ni quienes lo poseen pueden emplearlo en la explotación del hombre; y quien aplique su libertad individual a esos fines incurre en delito penado por la ley". Y, por fin, el excepcional artículo 40. El que consagra el intervencionismo de Estado. Empezaba así: "La organización de la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del pueblo (...) El Estado, mediante una ley, podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad, en salvaguardia de los intereses nacional y dentro de los límites fijados por los derechos asegurados en esta Constitución".
Sí, Sampay no puso el derecho de huelga porque Perón y Evita lo consideraban un mal pago a lo que tanto habían entregado a los obreros. Pero todos aquellos que hoy hablan de "profundizar el modelo" harán bien en estudiar atentamente los artículos que hemos citado de la Constitución del '49. El artículo 40 es una obra maestra del constitucionalismo nacional y popular: "Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas y las fuentes naturales de energía (...) son propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación". Este artículo fue el primero que derogó la revolución del '55 cuando resolvió reformar la Constitución. Todos los partidos políticos estuvieron de acuerdo.

© 2000-2011 www.pagina12.com.ar  |  República Argentina  |  Todos los Derechos Reservados