Sólo muere
aquello que se olvida. Hoy se cumplen sesenta años sin Evita y las huellas que
dejó siguen siendo inspiración para las luchas por las ideas, la causa por la
justicia social, la lealtad, la fe y hasta por la literatura, el arte y la
música.
Valorar lo
ocurrido es un ejercicio que implica apreciar en perspectiva la actualidad y
pensar en proyección el mañana. En tal sentido, escribir sobre Evita es un
desafío apasionante. Su legado es historia, presente y futuro. Su irrupción en
la vida política argentina marcó una bisagra cuyas transformaciones continúan
profundizándose. Evita fue una mujer distinta, un talento único y genuino, cuyo
paradigma tiene alcance universal. Fue vanguardista y revolucionaria, incorporó
la pasión y el sacrificio como valores políticos, y además interpretó mejor que
nadie aquella verdad peronista: “En esta tierra lo mejor que tenemos es el
pueblo”. En apenas siete años sacó a millones de argentinos de la pobreza
brindándoles dignidad e igualdad de condiciones; llevó alegría a cientos de
miles de niños y ancianos, engrandeció a las mujeres y dio amparo con especial
afán a todos los trabajadores en una Patria liberada.
Su legado sigue
vigente y se proyecta en los albores del siglo XXI. Vuelve y es millones,
porque es posible pensar que está presente mediante la Asignación Universal por
Hijo, la creación de cinco millones de puestos de empleo, en los 105 nietos
recuperados, en la entrega de netbooks a estudiantes y docentes de colegios
secundarios que achica la brecha digital, en el 6,47 por ciento del PBI
invertido en la educación, y en el progresivo incremento de los haberes
jubilatorios, en la ley de medios, en las paritarias colectivas y en las leyes
de igualdad de género, las que penalizan la trata de personas y la que
posibilita el matrimonio igualitario.
Evita es una
guía permanente para todos aquellos que sentimos y abrazamos con militancia la
causa nacional y popular. E incluso para las nuevas generaciones que asumimos
con vocación nuestra participación en el peronismo, y la aceptamos como forma
de vida; Evita despierta ese indescifrable sentimiento de militar con alegría,
tal como alguna vez dijo: “Si este pueblo me pidiese la vida se la daría
cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que toda mi
vida”.
Desde muy
chico, no sé si por anécdotas que en mi familia se contaban, su figura me
genera una emoción que me cuesta expresar en palabras. No en vano es que el
peronismo no se explica, se siente. Por eso su legado se intensifica en el
tiempo y seguirá siendo el faro que ilumina el camino de mi compromiso
político.
* Militante y
referente de Peronismo 2020.
“Una figura como
la de Evita llega a tener una trascendencia tan extraordinaria que es difícil de imaginar.” |
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