El ex candidato del establishment, el ingeniero
Macri, no se da por vencido en su capricho de ser Presidente. El creyó que al
igual que De la Rua, el poder que él define como el círculo rojo, lo iba a
catapultar a la Casa Rosada.
La culpa no es del círculo rojo, es de Macri que ha
demostrado hasta el cansancio que no está apto ni para leer un discurso que le
escriban los columnistas de los medios gráficos hegemónicos.
La aparición de un nuevo alumno con más capacidades
para leer discursos e interpretar el libreto que el Circulo Rojo desea ha
puesto a Macri en un virtual default político; se quedó fuera del circuito para
competir por un cargo que sea de su interés narcisista.
El despechado, con todos sus defectos, por primera
vez a sido autentico, ha dicho la verdad, ha dicho que recibía instrucciones
del círculo rojo para gestionar desde su función de responsable máximo del
Gobierno de la Ciudad de buenos Aires y también de su partido el PRO.
Esta confesión está queriendo ser ocultada por los
medios dominantes, por muchos periodistas que se presenta como independientes
en diferentes medios y ahora también por el propio denunciante que comenzó a
hacer chistes sobre el tema:
"Yo claramente estoy tentando de confesar
quién es el verdadero jefe de todo, pero vengo resistiendo", sostuvo ante
la sorpresa de su entrevistador y, en tono de misterio, prosiguió: "El que
maneja todos estos hilos, esta extraña organización del poder, está muy cerca
tuyo, se disfraza de distintas voces, se disfraza de distintos
personajes", para aludir finalmente al imitador Rolo Villar.
Cualquier psicólogo sabe que los chistes son una
manera velada, suave e inconsciente de
decir una verdad que el consciente prefiere ocultar.
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