Ante los
anuncios apocalípticos de los grupos hegemónicos de poder, anticipando profecías
siempre incumplidas, sobre el cierre del ciclo económico-social-político
iniciado por el peronismo en el gobierno en el 2003, es hora de decir con
mayúsculas, que este modelo recién comienza.
La
razones que justifican esta posición son las de valorar la primer etapa de
estabilización y reparación nacional iniciada por Nestor Kirchner, que permitió
desde la renegociación de la deuda externa hasta la puesta en marcha de
memoria-verdad y justicia. Asimismo la reinstalación de los derechos laborales
abolidos por el neoliberalismo y la puesta en marcha de la capacidad industrial
instalada ociosa, ante la invasión de la lógica financiera extorsiva.
La
segunda sin dudas ha sido la iniciada por Cristina Fernandez de desmontar,
deconstruir el esquema estructural del neoliberalismo desde las AFJP hasta la
Ley de Medios, desde la Reforma del Banco Central hasta la AUH, es decir desde
la ampliación de derechos, "donde existe una necesidad, existe un
derecho" decía Evita, hasta embestir contra los poderes dominantes por
décadas, atados a intereses manipulados por los organismos de créditos
internacionales, amparados en los países centrales, paraísos fiscales y medios
de comunicación masivos, defensores a ultranza del neoliberalismo, que ha
arrasado los países emergentes primero y los centrales después.
Esas dos
etapas, en especial la segunda originó el reagrupamiento inmediato de los
sectores de poder económico en la Argentina, que comenzaron a diagramar el
desplazamiento del gobierno de este modelo económico, que restituyó al Estado
Nacional a su verdadero rol de ordenador de los intereses populares a través
del principal eje, que es la cultura del trabajo, superando una crisis inédita
en el país que nos llevó al default, que gracias a estas políticas soberanas,
hemos ido superando, cumpliendo estrictamente los pautado en las
renegociaciones de deuda, contraída justamente por aquellos que quieren volver
a ese modelo.
Por esa
razón la discusión hoy transita en tres vertientes de de propuestas, algunas
esbozadas, otras escondidas, otras ocultas que pretenden dar vuelta la
historia.
La
primera es de aquellos que quieren volver a la lógica que el dinero hace el
dinero, es decir el esquema financiero por excelencia, que determina los
servicios, la producción con lógicas perversas de división del mundo, buscando
excelencia en la explotación y la sumisión de los pueblos, lo que ha producido
un proceso de concentración de la riqueza a nivel mundial, único en el mundo.
La
segunda de aquellos sectores devaluacionistas, cuyo único interés reside en
garantizar, sin intervención del estado, los procesos exportadores, de espaldas
al país real, erigiendo el viejo modelo de vacas gordas y peones flacos al
decir de Don Atahualpa. Esa presión devaluadora licuaría salarios, cerraría
industrias y marginaría a las mayorías populares de la pirámide social, como en
los 90.
Esas
discusiones que hubiésemos querido ver reflejadas en los cruces electorales, no
se dan por estar escondidas en los pliegues del poder. De ahí que los ejes
corrupción sospechada, gasto público como enemigo, inflación como distorsión
económica, crisis energética que no existió pero mil veces anunciada, cepo
cambiario, es decir defensa de las divisas a las necesidades del país, superar
la crisis del sector externo con endeudamiento que después pagamos todos los argentinos,
fueron algunos de los ejes fáciles y superficiales de campaña electoral.
Nada de
la situación internacional, nada del UNASUR y la CELAC, ni del BRICS, nada del
MERCOSUR y su ampliación energética con la incorporación de Venezuela, nada de
la crisis de los países centrales, si en cambio críticas a la recuperación del
patrimonio nacional recuperado como YPF y Banco Central, Correos o el espectro
comunicacional como espacios soberanos. No sabemos acaso que el aéreo es
Aerolíneas, el terrestre caminos y trenes y el marítimo reconstruir la Flota y
los Puertos?
Los tres
espacios junto a la investigación y el desarrollo con la repatriación de los
1000 científicos argentinos, a la investigación aplicada al desarrollo social y
económico de nuestro pueblo, garantiza soberanía en las decisiones.
Esto lo
ha realizado el peronismo desde sus inicios históricos, hoy los está
transitando con las dificultades propias de las derrotas nacionales sufridas en
manos neoliberales por décadas, hoy el movimiento obrero organizado junto a los
empresarios nacionales en franco proceso de recuperación después de años de
transnacionalización empresaria, que por monedas adquirieron empresas
centenarias y emblemáticas del país, están produciendo una confluencia junto al
estado nacional, que será la base de la construcción del futuro modelo social
solidario y productivo del siglo XXl.
De ahí
que este ciclo, recién ahora comienza, mal que les pese, en su construcción
definitiva, en el marco de un proceso nacional y popular inclusivo y solidario
con perfil latinoamericano, nuestro espacio estratégico de crecimiento y
estabilidad nacional. En esta dirección se vota en las legislativas o se la
enfrenta bajo propuestas camufladas de eticismo oligárquico.
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