“Sergio
Massa expresa a los grupos económicos”, rezaba acertadamente la frase
en twitter. Sin embargo, conviene prestarle atención al camino que
eligió para expresarlos. En momentos en que nuestro gobierno sostiene su
proyecto de crecimiento económico y ampliación de derechos con una
disputa clara y concreta con esos grandes
grupos, Massa se sustrae a esa pelea, se muestra por encima e intenta
convencer a la sociedad que se puede acceder a todos esos beneficios sin
ninguno de los costos. Que podemos tener crecimiento, asignación
universal, jubilaciones, paritarias, acceso a los medios, justicia
independiente, netbooks y empleo sin confrontar con Clarín, sin
Guillermo Moreno, sin aumentos de precios y sin cada una de las
dificultades que hemos afrontado estos años. El convite es más que
prometedor: accedo a todos los beneficios sin ninguno de los costos. El
problema es más grave de lo que parece, porque no sólo se trata de un
recurso de campaña. Cada uno de nosotros, cuando se presenta una
dificultad, nos contrariamos, nos preocupamos, nos cuesta afrontarla,
porque preferiríamos no tener que atravesarla. El mensaje apunta a un
íntimo anhelo de paz y tranquilidad que vive en cada uno de nosotros, a
un deseo de llegar por fin a un lugar sin problemas o con problemas
mínimos, a un cansancio que también existe frente al conflicto que
cotidianamente se despliega entre el gobierno y Clarín como expresión
máxima de esos intereses. Varios de los intendentes que estuvieron junto
al gobierno y ahora respaldan a Massa actúan con esa lógica. La de
creer que lo nuevo será alguien que podrá sostener los beneficios de la
actual década sin sufrir las peleas que requirieron. Por eso, aquí no se
trata sólo de demostrar que Massa no está con el gobierno, de
desengañar a los que distraídamente puedan pensar que al votarlo se
inclinan por alguien afín a este proyecto. Es imposible ampliar los
derechos de la mayoría sin afectar privilegios de las minorías. Para
redistribuir es imprescindible que los que se llevan demasiado se lleven
un poco menos y hacer eso siempre va a implicar convivir con
situaciones de conflicto. Son cuestiones que pueden estar claras en el
discurso político, pero que resulta mucho más difícil instalar como
convicción en la mayoría de las personas que tienen la responsabilidad
de decidir con su voto. “Frecuentemente, lo nuevo es lo viejo que se
olvida”, dijo alguna vez Dante Panzeri. Para quienes tenemos muy
presente el desastre de los noventa, nos parece imposible que intenten
volver disfrazados de lo nuevo. Sin embargo, están allí, en ese discurso
abuenador que pretende hacernos olvidar de cada una de las luchas que
hubo que dar para conseguir este presente. Estamos ante el desafío no
sólo de desenmascarar el disfraz de lo viejo, sino también de reafirmar
que somos lo nuevo. Y demostrar que somos lo nuevo requiere no sólo
poner sobre la mesa todo lo que conseguimos, sino también dar pistas de
qué haremos para consolidarlo y profundizarlo. Mientras Massa utiliza
estas elecciones como trampolín para su proyecto presidencial, nosotros
aun navegamos en la indefinición que nos significa la imposibilidad
constitucional de que Cristina sea reelecta. Tenemos que ser claros y
contundentes: Cristina no irá por su reelección pero a su vez será la
gran electora y conductora de este proyecto. Y como gran electora,
tendrá la posibilidad de elegir entre compañeras y compañeros que se
tienen que potenciar en su vocación por demostrar que pueden asumir esa
responsabilidad. Somos nosotros los que expresamos los intereses de los
trabajadores, de los estudiantes, de los pequeños y medianos productores
y empresarios, de todos y cada uno de los beneficiarios de este modelo.
Ningún otro proyecto puede garantizar la continuidad de la asignación,
otros tres millones de netbooks, la continuidad de las grandes obras de
infraestructura, el desarrollo de la investigación, la exploración
petrolera para el autoabastecimiento, el sostenimiento del crecimiento
productivo y la recuperación de la movilidad social ascendente. Somos
también los responsables políticos de que vean cómo profundizaremos este
modelo y también el terrible retroceso que podemos sufrir si volvemos
al pasado. Los noventa quieren volver. De nosotros depende cerrarles la
puerta desde este presente de construcción y lucha.
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