lunes, 3 de junio de 2013

Una lección de historia

1865

El 27 de mayo de 1865 se aprueba por ley contratar un empréstito externo por 12.000.000 de pesos fuertes, equivalentes a 2.500.000 libras esterlinas. Hacia 1865, las bases de una Argentina agropecuaria y semicolonial, complementaria y dependiente de la economía industrial británica, se encuentran establecidas. La oligarquía porteña sabe que para imponer esa política es necesario acallar a los pueblos interiores, a los federales de la Banda Oriental –el Partido Blanco–; y también a ese insólito “mal ejemplo de desarrollo estatal” que es el Paraguay de los López.
El gobierno uruguayo y el imperio del Brasil comparten la idea y se anuda el acuerdo de la Guerra de la Triple Alianza. Pero Mitre no tiene recursos para tamaña empresa. ¿Otro préstamo? Resulta una locura desde un análisis económico, pues recién se había renegociado el préstamo Baring, luego de 30 años de servicios impagos. Sólo será posible si los ingleses tienen interés en “civilizar” al Paraguay, según el pensar de Mitre. Y como los ingleses se manifestaron interesados, el presidente se acordó del indispensable Norberto de la Riestra.
Este no ha perdido el tiempo a su regreso a Buenos Aires, después de varios años de estadía y aprendizaje financiero en Londres. A su “iniciativa” se debe el proyecto de ley por el que la provincia de Buenos Aires entrega su Banco a una compañía particular, durante 25 años, con facultad de emitir billetes pagaderos a la vista, con curso legal en toda la Nación, privatizando así la emisión de moneda.
Y para sellar todo, el Congreso del gobierno mitrista sanciona una ley por la cual la deuda externa de la provincia de Buenos Aires, derivada del empréstito Baring, pasa a considerarse responsabilidad de la República Argentina. Luego Mitre, tras la gestión de De la Riestra, cuenta con el préstamo que permitirá liquidar a los uruguayos y arrasar al Paraguay.
El empréstito se pacta con el Baring Brothers, por 2.500.000 libras, a concretarse en dos series, la primera en 1866 y la segunda, en 1868. Como es obvio, los títulos no se colocaron a su valor nominal: la primera serie, 518.000 libras, se coloca al 75 por ciento y la restante, 1.982.000 libras, al 72,5 por ciento, lo que reduce el importe a recibir a 1.819.100 libras. Esta cifra, a su vez, disminuye porque se descuentan los “gastos de colocación y transmisión” por 68.817 libras y los gastos del comisionado, otras 14.580 libras que llevan el importe a un neto de 1.735.703 libras, es decir, al país le llega el 69 por ciento del endeudamiento contraído.
Debido a su prestigio personal y a su amistad con el primer ministro Gladstone, De la Riestra obtiene el crédito de Baring que, según los ingleses, se lo concedían a él y a Mitre y no a la Argentina. Aun así, y pese a existir un gravísimo “riesgo país”, ya que se financiaba una guerra, Gran Bretaña ya poseía la tercera parte de la deuda argentina.
En su despedida de Londres en 1869, le fue obsequiado un pergamino firmado por las más altas personalidades inglesas. La prensa y los accionistas británicos le obsequiaron una estatua de plata del ministro Canning.
Aquí se da el hecho inusual de que los prestamistas rinden homenaje al gestor demandante de la operación financiera, reconociendo no sólo la confianza que inspira su intervención, mayor que la del país, sino también las condiciones pactadas.
Gracias a las gestiones con los ingleses, las fuerzas militares de la Triple Alianza, con el préstamo logrado, arrasan al Paraguay, destruyendo el único modelo de crecimiento autárquico que existía por entonces en América latina.
Después de cinco años de lucha, la guerra llega a su fin: de 1.300.000 habitantes, quedan en el Paraguay solamente 350.000 personas, en su mayoría ancianos, mujeres y criaturas, confirmando el mayor genocidio. El exterminio de un modelo económico “peligroso” y el aniquilamiento de un pueblo hermano han quedado como una de las páginas más tristes y dolorosas de la historia latinoamericana.
Desgarradora pero sobre todo devastadora para el Paraguay, país que perdió el 60 por ciento de su población. La guerra que entre los años 1865 y 1870 enfrentó a ese pequeño país mediterráneo contra la Triple Alianza formada por el Uruguay, Argentina y Brasil sólo puede entenderse en el contexto de dominación imperialista y libre comercio que Inglaterra impulsaba en América del Sur por medio de sus agentes, como fue Bartolomé Mitre. Aunque la historia colonial se ha esforzado por construir la imagen de Bartolomé Mitre como un estadista democrático, quien algo conoce la historia argentina sabe perfectamente que don Bartolomé jamás fue un jefe de Estado electo en elecciones democráticas, sino un simple caudillo que detentó el poder por la fuerza de las bayonetas, que además se impusieron en la batalla de Pavón a su ocasional adversario, merced a un contubernio y no por dotes militares.
Tampoco debe olvidarse que desde ese momento la provincia de Entre Ríos fue condenada al subdesarrollo, excluyéndola por más de un siglo del desarrollo de infraestructura por una supuesta hipótesis de conflicto. Recién con Néstor Kirchner comenzó a saldarse esa deuda con la construcción de la Autovía Ruta Nacional N° 14, de la que ya buena parte de sus tramos fueron finalizandos.
En marzo de 1863, Mitre, a quien el historiador inglés Ferns califica como “un patriota argentino cuyo corazón había sido colonizado por el temperamento victoriano”, obsequió 300 mil hectáreas de las más espléndidas tierras argentinas a ferroviarios ingleses y delegó, en el recién fundado Banco de Londres, la responsabilidad de nominar a quien debía ser ministro de Hacienda de su gabinete. Luego admitirá al representante inglés Edward Thornton como asesor de su gobierno con derecho a participar en el consejo de ministros.
Desenterrando un enfoque histórico decimonónico, hoy perimido en círculos académicos, algunos cultores de la historiografía colonial siguen estableciendo paralelismos entre el jefe de Estado paraguayo que enfrentó a la Triple Alianza y el dictador alemán Adolf Hitler, y por extensión, entre Bartolomé Mitre y las democracias europeas que enfrentaron a la Alemania nazi.
Fue durante el gobierno del General Perón que se puso de manifiesto la voluntad de cambiar la historia con el país hermano del Paraguay, firmando el tratado de Yacyretá y devolviendo todos los trofeos militares.
Fueron Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner quienes luego de treinta años terminaron de cumplir ese acuerdo, concluyendo con la obra de Yacyretá, y retirando del Ministerio de Economía el regalo de la estatua de plata del ministro Canning obsequiada a la gestión de Mitre.
Por lo tanto, no es casual leer dos editoriales del matutino La Nación, la primera del jueves 6 de diciembre de 2007 titulada “Absurdo tributo a un dictador”, en claro rechazo de un homenaje que le realizó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner al Mariscal Solano López. En su editorial, el matutino dice, entre otras expresiones: “No es de extrañar que se haya adoptado tan absurda determinación que pone una vez más en evidencia hasta qué punto se ignora maliciosamente la historia cuando la propia presidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner, ha señalado hace unos días a López como ‘ese gran patriota, humillado por lo que yo llamo la alianza de la triple traición a Latinoamérica, a sus hombres y a sus mujeres’. Lo grave es que, al expresarse de ese modo, con tono de arenga, afirmó que hablaba en nombre de todo el pueblo argentino. La denominación de Mariscal Francisco Solano López a una unidad militar de un país cuya bandera el dictador pisoteó es tan absurda como inadmisible sería que Francia o Polonia llamasen Adolf Hitler a uno de sus regimientos”.
Y la segunda editorial es la del día 27 de mayo de 2013, titulada “1933” donde justamente denuncia la semejanza del gobierno democrático de la Presidenta con el nazismo.
La historia y los acontecimientos demuestran que justamente el matutino de los Mitre-Saguier es el que respaldó genocidios como el de la guerra contra el Paraguay, o la dictadura del genocida Videla, que lloraron su muerte desde sus avisos fúnebres días atrás, y como diría la Presidenta el pasado 25 de Mayo, añoran no poder contar ni con las armas ni poder disfrutar que la Argentina vuelva a endeudarse con el FMI.
Por todo esto, gloria y loor al Mariscal Solano López y disculpas eternas al pueblo paraguayo por el genocidio sufrido durante la Guerra de la Triple Alianza.
Por Julio De Vido *
* Ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios.

No hay comentarios: